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Este texto aparece en el número 51 (primero de su segunda época) de la revista Telos que se publica en Madrid: .http://www.campusred.net/telos/
Internet es el futuro Raúl Trejo Delarbre [1] El 11 de septiembre de 2001, igual que el mundo entero, la Internet quedó
pasmada. Durante varias horas los sitios de noticias más conocidos, todos ellos
estadounidenses, fueron colmados por la demanda de información provocada por el
ataque a las Torres Gemelas de Nueva York y más tarde, el asalto al Pentágono
en Washington. Entre las 9 y las 10 de la mañana, hora del Este americano, las
páginas de CNN.com, NYTimes.com y ABCNews.com eran inaccesibles para la mayoría
de los internautas de todo el mundo que buscaban saciar su inagotable necesidad
de informaciones. El atentado terrorista fue tan monstruoso y al mismo tiempo
tan explicable que centenares de millones de personas querían, si no
respuestas, al menos nuevos ecos de la tragedia además de los que ofrecían los
medios de comunicación tradicionales. Durante todo el día el acceso a esas y
las páginas de MSNBC.com y USAToday.com entre otras, fue varias veces más
lento que en circunstancias regulares. A fin de aligerar el volumen de información
digital que sus servidores enviaban a cada usuario esas empresas modificaron sus
home pages, simplificando el diseño y limitando la información a unos
cuantos titulares y algunas fotografías. La página de entrada de CNN.com que
suele “pesar” 255 kilobytes quedó reducida a 20 kbs. para que más gente
pudiera tener acceso a ella [2]. Ese día, en medio de
la enorme tragedia en Nueva York y Washington, la Internet manifestó las
limitaciones que todavía la atajan y las virtudes que podrá desplegar en el
futuro inmediato. Los servidores de las empresas noticiosas no se dieron abasto
para enviar información a una cantidad inusitada de internautas pero decenas de
millones sí pudieron conectarse a algunas de esas páginas. Luego, conforme
avanzaron ese y los siguientes días las noticias de la penosa búsqueda de víctimas
y la discusión sobre qué podían hacer Estados Unidos y el mundo ante el
terrorismo se propagaron a través de millares de páginas en la red de redes. El 11 de septiembre la
Internet y la televisión se ocuparon de la tragedia apoyándose mutuamente.
Pocos minutos después de que el primer avión secuestrado se estrellara contra
la Torre Norte en Manhattan los principales portales (como MSN.com y Lycos.com)
así como los buscadores más concurridos (Yahoo.com. Altavista.com, Goggle.com)
colocaron avisos para que todo aquel que accediera a ellos, si aun no lo sabía,
se enterase del siniestro. Entonces se produjo un recorrido de ida y vuelta de
la Internet a los medios convencionales. Los administradores de Goggle.com
colocaron el siguiente aviso: “Si usted está
buscando noticias, encontrará la información más actual en la televisión o
en la radio. Muchos servicios de noticias en línea no están disponibles debido
a la demanda extremadamente alta”. Goggle.com copió las
portadas de los sitios de The Washington Post y la CNN para ofrecerlas a
sus usuarios. La Internet contribuyó,
de esa manera, a incrementar la audiencia de las cadenas de televisión. Para
enterarnos de los asuntos más recientes o incluso para presenciarlos en directo
como ocurrió con los atentados del 11 de septiembre el medio idóneo es la
televisión. Para ofrecer información de contexto y espacios de discusión y
retroalimentación la red de redes comienza a ser entendida como medio de
servicio y no solo de entretenimiento. Una encuesta levantada
al día siguiente por el Pew Internet and Life American Project confirmó que la
gran mayoría de los estadounidenses prefirió a la televisión para conocer las
secuelas de los atentados. El 81% obtuvo de la TV la mayor parte de la información
acerca de esos acontecimientos. El 11% atendió preponderantemente a la radio y
solamente 2% declaró haber preferido a la Internet. El 1% tuvo a los periódicos
como fuente principal de información [3].
Ese y los siguientes días, en cambio, la participación en foros de discusión
en la red aumentó al menos una tercera parte. Hábitos,
crecimiento y desigualdades
en la red Pero la Internet no se encuentra tan concurrida todos los días ni sus usuarios la emplean con tal intensidad para buscar informaciones de actualidad. En los países en donde este recurso informático se ha desarrollado más el empleo del correo electrónico es habitual y la consulta de datos, tanto para esparcimiento como para trabajar, se ha vuelto frecuente. En Estados Unidos en agosto de 2000 según un estudio gubernamental, el 80% de los usuarios de la Internet enviaban y recibían correos electrónicos y el 43.2% acostumbraba buscar información en sitios de noticias. El 35.3 recababa datos para asuntos relacionados con su trabajo y el 30% había realizado compras en línea (Gráfica 1). En España según otra investigación, publicada en julio de 2001, prácticamente todos los usuarios de Internet lo son antes que nada de correo electrónico, el 82% consulta noticias y el 45.3% hace compras y casi el 40% descarga archivos de audio en formato MP3 (Gráfica 2). Las dos encuestas tienen parámetros distintos pero algunos de sus resultados se pueden comparar cotejando las dos tablas adjuntas. La red es cada vez más
útil como transmisora de noticias de actualidad y fuente de información
documental, bibliográfica e institucional. Además nutre el esparcimiento de
sus usuarios e incluso se ha constituido en guía para los más distintos espectáculos.
No hay, hasta ahora al menos, una disminución significativa de la atención a
otros medios por navegar en la red. Al contrario: las pautas de contemplación
fundamentalmente pasiva que singularizan a los espectadores de los medios
convencionales se han reproducido entre la mayoría de los usuarios de la red de
redes. Casi todos ellos,
especialmente en el espacio multimedia de la Internet que es la world wide web,
se limitan a ser consumidores de datos. Solo una pequeña porción de
internautas aprovecha a la red como espacio para ser ellos mismos propagadores
de contenidos propios. Son muchos más quienes miran las páginas web de
otros, que aquellos que enriquecen a la red con sus respectivos sitios. Aunque
la cantidad de sitios ha crecido muy considerablemente, los usuarios de la red
suelen buscar los mismos domicilios. La abundancia de
información que hormiguea por la red de redes se ha convertido en prácticamente
inasible por sus dimensiones colosales. Los más tecnificados buscadores de
contenidos, como Goggle y Yahoo, apenas alcanzan a rastrear una quinta parte de
todo el acervo –en donde hay de todo– en la WWW. La Internet se ha
convertido en una sucesión de océanos en donde solo es posible no extraviarse
si se tienen experiencia y brújulas adecuadas. Hacia la mitad de 2001
existían casi 30 millones de sitios web, a los que no hay que confundir
con las páginas en la red. Un sitio puede estar conformado por una o por
varias (incluso millares) de páginas. Si consideramos que 8 años antes, en
1993 apenas existían 130 sitios, que cinco años antes (en 1996) eran 25 mil y
que un año antes, en 2000, habían crecido a 17 millones, queda claro el
desarrollo intenso y vertiginoso que ha tenido la Internet. La Gráfica Tres,
elaborada con datos del investigador Robert H. Zakon, resulta muy explícita. El
despegue de la red de redes ocurre a mediados de 1997 cuando alcanza más de un
millón de sitios, se duplica al año siguiente y entre 1997 y 1998 crece dos
veces y medio. Luego casi se triplica. En cambio el crecimiento entre 2000 y
2001 medido de junio a junio alcanza la tasa más baja en seis años. Las
variaciones en el ritmo de desarrollo de sitios web aparece en la Gráfica
4. Cada vez hay más sitios, evidentemente, pero el ritmo de su crecimiento
tiende a disminuir. La Internet es más
grande y sus navegantes aprovechan de ella recursos de índole muy variada, pero
aun constituyen una porción pequeña de la población mundial. El acceso a este
recurso informático se ha convertido en su principal limitación no solo desde
la perspectiva de los intereses de cada nación sino, también, para el
desarrollo de la red como opción mercantil. La debacle de las llamadas empresas
punto com entra las cuales muchas hicieron severos ajustes o cerraron a
partir del año 2000, se debe fundamentalmente a la sobre valoración que muchos
de sus promotores habían hecho de la Internet. Se llegó a pensar que bastaba
colocar un sitio en la red para que llovieran las compras y las inversiones. En
la mayoría de los casos no ha ocurrido así porque los mecanismos de transacción
comercial tradicionales no han sido sustituidos por los de carácter electrónico
y, también, debido a que los usuarios de la Internet no son tantos como se había
esperado. De todos modos suman
un número respetable. Se estima que al finalizar 2001 habrá casi 500 millones
de personas que, en todo el mundo, tienen acceso regular a la Internet [4].
Son muchos, pero apenas constituyen el 8% de la población mundial. Medidos de
acuerdo con la cantidad de anfitriones o hosts (es decir, aparatos de cómputo
conectados a la Internet) la Gráfica 5 muestra la evolución que ha tenido el
acceso a la red de redes en una decena de países. La concentración de
las desigualdades económicas y sociales se traduce en mayores dificultades para
el acceso a la red de redes. De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo Humano el año 2000 la cantidad de hosts por cada mil
habitantes era de 0.4 en los países árabes, 0.6 en Asia Oriental y el Pacífico,
0.6 en Asia Meridional y 0.1 en el África Subsahariana. En América Latina y
el Caribe esa proporción era de 5.6 y en Europa Oriental y la CEI de 4.7
anfitriones de Internet por cada millar de personas. En los países de alto
ingreso de la OCDE esa tasa era de 96.9 [5]. No hay que tener dotes
proféticas para decir que en el futuro esas tendencias se mantendrán en lo
fundamental, aunque a largo plazo el acceso a la Internet vaya siendo cada vez más
amplio. Hay quienes estiman que en 2005 los usuarios de la red de redes serán
mil millones, lo cual significaría un aumento del 100% en cuatro años. Entre
1995 y 2000 la cantidad de anfitriones de Internet creció de 1.7 a 15.1 por
cada mil habitantes en el mundo [6].
La población en línea, según evaluaciones que parecen confiables, creció de
50 millones en 1996 a 117 en 1998, 391 en 2000 y llegará a 490 al finalizar
2001 [7].
Es decir, el número de internautas en el planeta se incrementó casi mil por
ciento en ese lustro. La Gráfica 6 compara
el crecimiento de los usuarios de la Internet en el mundo con el incremento en
el número de sitios. En 1996 teníamos un sitio por cada 198 usuarios. En 1997
esa relación era de 62.7. a uno. En 1998, un sitio por cada 48.5 internautas.
Al año siguiente 39.7 usuarios de la red por cada sitio, en promedio. En 2000
la relación fue de 22.84 por cada sitio. En 2001, contamos con 16.72 usuarios
por cada sitio en la Internet. (La comparación es ligeramente forzada porque
los datos de sitios web son a junio de cada año y los de usuarios reflejan las
estimaciones totales al final de cada año, pero muestran un panorama
significativo). Saturación y confusión. Los internautas están fatigados Esas correlaciones
parecieran indicar que cada vez tenemos una red más representativa de los
intereses, la diversidad y las singularidades de sus usuarios. Eso es cierto
solamente en parte. Cada vez más personas colocan su información en la
Internet aunque sigan constituyendo un porcentaje modesto del conjunto de
consumidores de ese medio. Sin embargo los sitios más visitados son unos
cuantos en comparación con la descomunal cuantía de opciones que ofrece la
Internet. Los usuarios de la red, al menos en Estados Unidos, visitan cada vez
menos sitios web. El espíritu de exploración que animaba a quienes se
sumergían en ella en los primeros años de la Internet, ha venido decantando en
la consulta rutinaria a los mismos domicilios. En 2000 el 60% de los usuarios de
la red en ese país se asomaba a más de 20 sitios al mes. Un año después la
cantidad de sitios visitados se ha reducido a casi la mitad [8].
Es paradójico:
tenemos más sitios en la red pero la gente la recorre menos. Cada vez resulta más
difícil hablar de navegantes como en los primeros tiempos de la
Internet. Ahora la costumbre es recalar en los lugares ya conocidos, como si los
internautas se hubiesen fatigado y ya no conservasen el espíritu de aventura y
búsqueda que era considerado como uno de los atractivos de la red. Pero la Internet llegó
no solo para quedarse, sino para crecer y diversificar su presencia en los más
variados órdenes. En el futuro cercano el crecimiento de las personas con
acceso a la red seguirá aumentando, particularmente en los países en donde
apenas recientemente la Internet ha comenzado a acreditarse. Ese desarrollo
seguirá supeditado a intereses fundamentalmente mercantiles en ausencia de políticas
nacionales y regionales –que sean suficientemente eficaces, y con recursos–
para promover el acceso de los ciudadanos a la Internet. Es previsible que el
ritmo de crecimiento de los sitios web sea menor pero también, que una
gran cantidad de los accesos de los internautas en todo el mundo sea a las páginas
de las mayores corporaciones de la información y el entretenimiento –casi
todas ellas asociadas a las empresas de medios tradicionales–. Así como el 11
de septiembre de 2001 los espacios más visitados en la red dirigieron a quienes
los consultaban a la televisión que ofrecía información más oportuna y
masiva, con frecuencia las cadenas televisivas recomiendan a sus espectadores
que se asomen a sus respectivos sitios web. La brecha informática
que existe entre las naciones y que escinde a las sociedades también se
reproduce dentro de la red de redes. Aquellas empresas y personas con mayores
recursos tecnológicos y financieros pueden no solo colocar, sino difundir,
remozar y actualizar sus sitios en la Internet con más ventaja que los negocios
pequeños o los ciudadanos comunes. En el futuro inmediato
se mantendrán sin solución satisfactoria varios de los grandes dilemas que
enfrenta hoy la Internet. Asuntos como la propiedad y la autoría de la
información, la defensa de la privacía, la existencia de barreras culturales e
idiomáticas que forman parte de la complejidad de las sociedades humanas y que
en la Internet se reproducen y hacen patentes, serán vistos según la
perspectiva de cada interesado en ellos. Tendrán que pasar más tiempo para que
establezcamos consensos sobre derechos patrimoniales, respeto a la intimidad y
reconocimiento de la diversidad en la Internet. Aun así la extensión
de las redes en nuestras sociedades, su imbricación y complementariedad con
otros medios y las posibilidades aun escasamente exploradas que ofrece para
informar, recrear y educar, harán de la Internet no solo parte del futuro de la
comunicación. La red de redes es el futuro y para admitir este diagnóstico
es preciso considerar que su desarrollo tecnológico y su disponibilidad (ancho
de banda, velocidad de conexiones, capacidad instalada en cada comunidad y
hogar, etc.) apenas se están desarrollando. No es un futuro perfecto, ni mucho
menos –y no nos referimos solamente al tiempo gramatical–. Se trata de un
porvenir repleto de contradicciones y que, valgan la obviedad y el gerundio,
apenas se están construyendo. Sobre todo, es altamente posible que la
formidable capacidad que la Internet ofrece en ilimitados campos de actividad
quede circunscrita por la preponderancia de unas cuantas empresas en el
desarrollo y la promoción de la red. Junto con la brecha
digital entre los países y también dentro de muchas naciones, la gran
dificultad para usufructuar la Internet será cómo desbrozar entre millones de
sitios y miles de millones de páginas la información que mejor nos pueda
enterar, cultivar, auxiliar o entretener. Los ordenadores están dejando de
servir como instrumentos para organizar la información para convertirse, antes
que nada, en proveedores de ella a través de las conexiones digitales. Nuestras
sociedades, incluso con respetables índices de acceso a la Internet, siguen
padeciendo una suerte de analfabetismo digital: mucha gente se asoma a la red
solo para cumplir con tareas elementales y rutinarias a semejanza de quienes,
disponiendo de una enorme biblioteca, únicamente la utilizan para consultar
recetas de cocina y la guía de teléfonos. Granja
de la Concepción, Ciudad de México, Septiembre de 2001
Fuente: Tabla elaborada a partir de datos en US Department of Commerce Falling
through the net. Toward digital inclusion http://www.ntia.doc.gov/ntiahome/fttn00/Falling.htm#47
Fuente: Tabla elaborada a partir de Navegantes
en la red. Cuarta encuesta AIMC a usuarios de Internet. Asociación para la
Investigación de Medios de Comunicación, Madrid, julio 2001. http://download.aimc.es/aimc/aimc/html/inter/macro2001.pdf
Fuente: Robert
Hobbes Zakon, Hobbes' Internet Timeline v5.4,
http://www.zakon.org/robert/internet/timeline/
Fuente: a partir de datos de R.H.
Zakon, citado en la gráfica anterior.
Fuente: Gráfica elaborada a partir de Programa de Naciones Unidas para
el Desarrollo, PNUD, Informe sobre desarrollo humano 2001. México, 2001,
pp. 62-65.
[1] Investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. rtrejod@infosel.net.mx ; rtrejo@servidor.unam.mx [2] Keynote, “News and events, september 12 2001”: http://www.keynote.com/press/html/091101.html [3]
Pew Internet & American Life Project, How americans used the Internet
after the terror attack, http://www.pewinternet.org/reports/pdfs/PIP_Terror_Report.pdf [5] Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, Informe sobre desarrollo humano 2001. México, 2001, p. 65 [6] Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, cit., pp. 34 y 65. [8] Amy Harmon, “Exploration of World Wide Web Tilts From Eclectic to Mundane”, en The New York Times, agosto 26 de 2001. |