Posiblemente nunca, en la historia de la comunicación colectiva en
México, un acontecimiento había ocupado, en tan poco tiempo, tanto
espacio en los medios como sucedió con la guerra de Chiapas. Quizá
nunca, además, los medios habían estado sometidos a tantas tensiones y
contradicciones: la sorpresa misma ante el conflicto armado, la
inexperiencia para cubrir un asunto bélico, las numerosas versiones y
reacciones que se suscitaron sobre los hechos de Chiapas, el misterio
mismo que hubo en torno al grupo que le declaraba la guerra al Ejército
y gobierno mexicanos.
El levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional, el primero de enero de 1994, dominó en los medios por su
espectacularidad y rapidez: campesinos indígenas en abierta rebelión con
demandas de justicia social, pero con métodos que entraban en
contradicción con la democracia mexicana, un grupo armado de origen
desconocido, una reacción social dividida, una guerra que dura menos de
dos semanas y que luego de un periodo de acercamientos llega a la mesa
de negociaciones. Todos ellos eran motivos para que la prensa, la radio
y la televisión, le dieran espacios amplios que reproducían el
conflicto, en su mezcla de inocultable gravedad y contundente
singularidad y, antes que nada, la sorpresa que para todos significó la
irrupción de la lucha armada en Chiapas.
Se trataba de una guerra extraña, que incluso llegó a
ser trivializada por algunos de sus propios protagonistas y por un
segmento de los medios de comunicación. Fue, la de Chiapas y al menos
hasta que se iniciaron las negociaciones para la paz, una guerra que se
libró más en los medios que en la selva. Hubo víctimas, es cierto (más
de un centenar de muertos, sin contar centenares de heridos y millares
de desplazados) pero de ninguna manera llegó a ser un conflicto de las
dimensiones que en los primeros días parecía que iba a alcanzar. Luego
del cese al fuego, pero también antes, en gran medida las hostilidades
se desarrollaron en el plano de la propaganda, con la adhesión o la
condena de distintos sectores de la sociedad, expresada puntual --y a
veces magnificadamente-- en los medios de comunicación.
Los medios cumplieron un papel de propagación del
problema y en algunos momentos de amplificación distorsionada pero,
también, contribuyeron a impedir que se agravara. Gracias a la
televisión y la radio el país se enteró, casi al instante, de lo que
sucedía en Chiapas. Gracias a la radio y a la prensa, después del pasmo
de los primeros momentos, se pudo generalizar una preocupación nacional
por la paz. En la convicción de la sociedad mexicana para que el desafío
del EZLN fuese resuelto con los recursos de la negociación y no con los
de la represión, los medios tuvieron un papel muy importante. A partir
de las noticias que llegaban de Chiapas, se comenzaron a aquilatar lo
mismo el reto militar que algunas de las motivaciones sociales que se
podían reconocer detrás del Ejército Zapatista. Incluso los dirigentes
de ese grupo, tuvieron especial cuidado en propagar sus exigencias, y su
existencia misma, a través de medios de comunicación mexicanos y también
del extranjero.
La información sobre este conflicto puso a prueba el
profesionalismo, la independencia, la capacidad técnica e incluso la
ética de los medios mexicanos. Muchas de las novedades y también las
insuficiencias en la presencia social en los medios y en su relación con
el Estado quedaron de manifiesto en la guerra de Chiapas.
Este libro busca destacar, intencionadamente, algunas
de las omisiones, los excesos y las distorsiones que la cobertura de la
guerra en Chiapas tuvo en los medios de comunicación, fundamentalmente
mexicanos pero también con algunos vistazos al extranjero, en las
primeras ocho semanas del conflicto. Nos hacemos cargo que frente a los
tropiezos y engaños que son estudiados en estas páginas, ha existido un
desempeño decoroso, muy esforzado en numerosas ocasiones, de los
informadores que fueron a Chiapas a cumplir con su trabajo de manera
profesional y sin partidarismos ni protagonismos. Pero junto a ellos, la
capacidad de los medios para mostrar o incluso inventar sesgos de la
guerra que en realidad no ocurrieron, o que no sucedieron tal y como
fueron presentados, merece que la consideremos con atención y con rigor.
Precisamente porque en sociedades como la nuestra los medios de
comunicación se están convirtiendo en los nuevos espacios, privilegiados
e importantísimos, del quehacer político y en buena medida de la
educación social, tenemos una creciente necesidad para mirarlos
críticamente, sin complacencias. Eso es lo que se intenta hacer en este
libro.
Cuando los medios tomaron partido
Los medios de comunicación fueron en muchos momentos
actores, y no sólo testigos, de la guerra en Chiapas. En otras
ocasiones, además eligieron favorecer a una de las partes en conflicto.
Este no es un libro sobre la crisis de 1994 en
Chiapas, sino en torno a sus expresiones y consecuencias en los medios
de comunicación. En este sentido, no se encontrará aquí un recuento
puntual del desarrollo de los hechos ocurridos a partir del primero de
enero, aunque sí hay referencias frecuentes a lo que sucedía en Chiapas,
y a la reacción política y social ante el levantamiento militar del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Se trata de tomar a los medios en serio. A la prensa
escrita es relativamente sencillo examinarla porque en las páginas
impresas queda testimonio de lo que dice, y lo que deja de decir. Pero a
las palabras en los medios electrónicos habitualmente se las lleva el
viento, aunque también quedan sus efectos, a veces distorsionadores o
desinformadores --también constructivos-- en sus amplísimas audiencias.
En este libro, procuramos hacer una revisión panorámica de los
principales medios de comunicación, de diversa índole, siempre ante la
crisis chiapaneca.
Este libro revisa el comportamiento de la información
sobre Chiapas a partir del primero de enero y hasta la última semana de
febrero de1994. Fue entonces cuando se iniciaron las pláticas para la
paz en la catedral de San Cristóbal. El primer capítulo se ocupa de
diversas tendencias generales en la información y la actitud de los
periodistas. El segundo reseña el manejo de los medios desde el primer
día del conflicto y hasta el 12 de enero, que fue cuando se suspendieron
las hostilidades militares. El tercero va del 13 de enero al 22 de
febrero. Un cuarto capítulo está dedicado, de manera panorámica, a
comentar algunos de los rasgos del efecto Marcos, suscitado por
la actividad propagandística del dirigente del EZLN y las reacciones, a
veces de disgusto, en otras ocasiones de adhesión, pero casi siempre
mitificadoras, que encuentra en los medios.
Breve nota metodológica
Nuestra investigación originalmente se organizó en
cinco apartados: prensa de la ciudad de México, prensa del interior del
país, agencias de noticias y diarios extranjeros, estaciones de
televisión de la ciudad de México y de Estados Unidos y radio del
Distrito Federal. Por limitaciones técnicas de los medios fuera de la
capital del país sólo pudimos ocuparnos de la prensa diaria. En los
medios revisados, se puso especial interés en la forma como las noticias
eran presentadas y, de manera secundaria, en los comentarios
editoriales. El periodo de la investigación, como dijimos antes, incluye
los acontecimientos ocurridos del primero de enero al 22 de febrero de
1994 (es decir, en ocasiones citamos a medios posteriores a esa fecha
pero que apenas recogían lo que había sucedido el martes 22 de febrero).
En algunos casos, nos ocupamos de mensajes transmitidos en la última
semana de febrero o incluso a lo largo de marzo y abril, sólo para
destacar manejos informativos peculiares.
Prensa nacional. Para los diarios del
DF, de una amplísima constelación (pues hay aproximadamente 30,
incluyendo vespertinos y especializados) seleccionamos nueve: El
Financiero, La Jornada, El Heraldo de México, El
Nacional, El Universal, Excélsior, Reforma,
unomásuno y Ovaciones. Este último sólo en parte, porque en
el transcurso del periodo analizado dejó de publicar su sección de
información general para quedar solamente como diario deportivo. Dicha
selección se hizo atendiendo a la importancia pública o al perfil
político de cada diario. Seguramente hubiéramos encontrado nuevas
inflexiones y tratamientos informativos en otros periódicos diarios,
pero ello nos hubiera obligado a demorar más en la investigación.
Solamente analizamos prensa diaria. Por las mismas
limitaciones quedaron fuera de esta indagación las publicaciones de otra
periodicidad (semanarios, revistas mensuales, etcétera), a las que sólo
mencionamos en casos muy específicos.
La prensa de los estados no siempre es posible
conseguirla puntualmente ni de manera completa, a pesar de lo cual
logramos una revisión que puede considerarse amplia de seis diarios
importantes: Diario de Chihuahua, en la capital de ese nombre;
Diario de Yucatán, de Mérida; El Dictamen, de Veracruz; El
Imparcial de Hermosillo, Sonora; El Norte, de Monterrey,
Nuevo León y Siglo 21, de Guadalajara, Jalisco. Con menor
intensidad, pero también con referencias frecuentes a lo largo del libro
tuvimos como fuentes a, entre otros, A.M. de Guanajuato; el
Diario de Juárez, en Chihuahua; El Heraldo, de Chihuahua y
Ocho Columnas, de Guadalajara.
Prensa internacional. El desempeño de
las agencias de prensa internacionales, que era interesante por las
versiones que sobre el conflicto mexicano propagaban al extranjero, fue
evaluado, en ocasiones muy sucintamente, a partir de los cables que
constituyeron sus servicios informativos, en el periodo señalado. Se
utilizó información de las siguientes agencias: Agence France Presse,
ANSA, Associated Press, DPA, Inter Press Service, Reuters y United Press
International. Eventualmente se revisaron despachos de Prensa Latina y
Xinhua.
De la abundante información aparecida en diarios del
extranjero, se atendió especialmente a los siguientes. De España, El
País y ABC, ambos de Madrid y, con menor detalle, La
Vanguardia, de Barcelona y El Faro, de Vigo, entre otros. De
Francia, Le Figaro, Liberation, Le Monde. De Gran
Bretaña, The Guardian y London Times. De Alemania, Der
Tagesspiegel y Berliner Morgenpost. De Estados Unidos, los
diarios hispanos La Opinión, La Prensa y El Diario de
las Américas y, en inglés, Los Angeles Times, The
Christian Science Monitor, The Houston Chronicle, The New
York Times y The Washington Post.
Por razones de espacio, tuvimos que sacrificar mucha
de la variedad que había en la descripción de la prensa internacional.
Casi por lo general omitimos los comentarios editoriales y los artículos
de opinión, para limitarnos a algunos de sus acercamientos informativos
al tema de Chiapas.
Televisión. En el caso de la
televisión, seleccionamos el noticiero principal de cada uno de los tres
sistemas de TV abierta que hay en la ciudad de México. Así, nos ocupamos
de 24 Horas del Canal 2 de Televisa, Hechos del Canal 13
de Televisión Azteca y Enlace, del Canal 11 del Instituto
Politécnico Nacional.
Sólo monitoreamos los noticieros, de tal manera que
están fuera de esta indagación los programas de reflexión y debate que
se ocuparon oportunamente de la crisis en Chiapas, como Nexos, de
Televisión Azteca. De manera excepcional, revisamos algunos programas
especiales sobre ese asunto que fueron presentados por las estaciones de
televisión.
Además seguimos gran parte de las transmisiones, en
el periodo señalado, de los noticieros diarios de las cadenas
estadounidenses en español Telemundo y Univisión, que pueden ser vistas
en México a través de algunos de los sistemas de televisión codificada
(Multivisión) o cable (Cablevisión). Sin embargo, esta investigación no
se ocupó sistemáticamente de otros espacios televisivos ni de esos
sistemas de televisión, como sería el caso de Multivisión. Pero, en el
caso de esta última empresa, sí mencionamos algunos de sus programas
especiales sobre Chiapas (en vista de que fue la única que logró
entrevistas exclusivas con los dirigentes del EZLN).
Lo mismo acudimos a casos específicos en la cobertura
chiapaneca por parte de otros sistemas de la televisión estadounidense
en español, como el canal de noticias NBC y de la televisión de ese país
en inglés, como la inclusión de ese asunto en algunos programas
periodísticos de las grandes cadenas.
Radio. Las estaciones radiodifusoras,
únicamente de la ciudad de México, fueron revisadas en una selección de
sus principales noticieros, sobre todo matutinos pero no exclusivamente
en ese horario.
Entre los espacios más consultados, estuvieron
Monitor de Radio Red, Para Empezar de Stereorey, La Ciudad
de Radio Mil, Informativo Panorama de Radio Acir, Perfiles de
la Noticia de El Fonógrafo 790, Formato 21 de Organización
Radio Centro, Antena Radio de XEB y Enfoque de Estéreo
Cien. Varios de estos noticieros llegan a numerosas ciudades de la
República, de tal suerte que su alcance puede ser considerado como
nacional.
Un trabajo colectivo. Una indagación
tan ambiciosa, que requiere de millares de hojas para leer, ver y
escuchar una cantidad de medios como la antes enumerada, no podría ser
sino colectiva. Cinco investigadores hicieron la revisión inicial de
medios, en las áreas que hemos mencionado.
Ricardo Becerra Laguna, egresado de la Facultad de
Economía y ex consultor de la CEPAL y colaborador de varias
publicaciones, se ocupó de los diarios del interior del país. Ariel
González Jiménez, egresado de la Facultad de Economía, fue director de
investigación en el Instituto Mexicano de la Radio y tuvo a su cargo la
revisión de los espacios radiofónicos para este trabajo.
Marco Levario Turcott, coeditor del semanario
etcétera y egresado de la ENEP Acatlán de la UNAM, se encargó de
leer y sistematizar la prensa de la ciudad de México.
José de Jesús Murillo, egresado de Filosofía y Letras
y coeditor de etcétera, se ocupó de los noticieros y otros
programas de televisión.
Ernesto Priani Saisó, profesor en la Facultad de
Filosofía y Letras y editor de la página editorial de El Economista,
tuvo a su cargo los materiales de agencias de prensa y diarios
internacionales.
Se trata, como es evidente, de profesionales con
trayectorias variadas pero, de una u otra manera, relacionados con los
medios de comunicación. Todos ellos son jóvenes lectores, televidentes y
radioescuchas cuya vocación crítica respecto de la política fue el mejor
enfoque para la cuidadosa y fatigante revisión que hicieron de los
medios señalados. Cada uno de ellos presentó un informe inicial. Cada
informe podría haber constituido un libro por separado, de tal manera
que fue necesario sintetizar mucho y dejar fuera numerosos casos sobre
el manejo informativo de los medios en torno a Chiapas. El autor de este
libro quiere dejar testimonio de su agradecimiento por el interés,
primero, y el entusiasmo y la dedicación, después, que esos colegas
invirtieron para que el presente informe de investigación fuera posible.
La revisión ulterior del material documental, su
cotejo y ordenamiento, así como la redacción del libro, igual que antes
la coordinación de esta investigación, estuvieron a cargo de Raúl Trejo
Delarbre quien, no está por demás decirlo, es el único responsable por
las afirmaciones, a veces quizá no sometidas suficientemente a la
precaución del matiz y por eso más polémicas, que se hacen a lo largo de
estas páginas.
La coordinación editorial fue realizada con singular
dedicación por Ana L. Galván, con la ayuda de Julio Chávez Sánchez y
Jaimeduardo García. Si es que hay erratas ellos son responsables, no de
su autoría, sino por no detectarlas.
El material consultado para este libro fue obtenido
en fuentes diversas, especialmente un seguimiento directo de medios que
fue complementado y cotejado en síntesis y transcripciones que realizan
diversas instituciones. En todos los casos, hemos conservado las copias
de textos, audio y video, para cualquier ulterior estudio o aclaración.
Agradecemos muy sinceramente las facilidades que numerosos amigos
otorgaron para que este trabajo fuera posible.
Cabe insistir en que en todo momento, desde su
planeación y ejecución hasta la presentación final, la investigación que
desemboca en este libro ha sido responsabilidad del autor que lo
suscribe. Este libro, además, se inscribe dentro de las tareas que el
autor realiza en el Instituto de Investigaciones Sociales de la
Universidad Nacional Autónoma de México.
* * *
Este es un libro que, gracias a la rapidez con que se
terminó y aparece, tiene el mérito de la oportunidad. Pero junto con él,
padece desde luego las desventajas del examen coyuntural y, más aún,
respecto de un asunto que no ha concluido mientras escribimos acerca de
él. Puestos en dilema de aguardar a que el conflicto de Chiapas
terminara o arriesgarnos a escribir de él enmedio de los
acontecimientos, preferimos la opción del análisis en caliente, sin la
distancia que dan los meses y los años pero con la intensidad
inquisitiva, y también polémica, que esperamos haber podido recuperar en
estas páginas. Es un libro de reflexión, pero sobre todo de discusión.
Con ese ánimo se ha escrito.
La comunicación, en la crisis de Chiapas, estuvo
enmascarada por improvisaciones, voluntarismos, protagonismos y
subjetividades que implicaron que los rumores a veces fueran presentados
como noticia y que las opiniones sustituyeran a las informaciones. De
eso se ocupa este libro. Está escrito con la mejor intención, que no se
riñe con el ánimo crítico, de contribuir a la reforma de los medios de
comunicación en México. Se trata de lograr que, en el espejo de la
autocrítica, nuestros medios puedan prescindir de cualquier pasamontañas
R. T. D.
Coyoacán, mayo de 1994