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Compara la actitud del presidente con la de “un niño
berrinchudo”
México, D.F.(apro).- Raúl Trejo Delarbre, miembro del Instituto
de Investigaciones Sociales de la UNAM, censuró el “desdén” que
ha mostrado el presidente Vicente Fox por la prensa escrita, y
comparó la actitud de éste con la de un “niño berrinchudo”.
Afirmó: “Su modo de ser se asemeja mucho a la de un niño
berrinchudo, que dice que no lee, que no se entera. La desdeña,
cierra los ojos ante la realidad que enfrenta y, sin embargo, se
queja con frecuencia de lo que publica la prensa.”
Para el especialista en medios de comunicación, la relación
entre el Ejecutivo federal y los diarios y revistas “está
sustentada en bases equívocas, debido a que no hay un auténtico
ejercicio de interlocución. Hay exigencias mutuas, sobre todo
del presidente hacia los periodistas y editores, que supone que
no son interlocutores, sino subordinados”.
Añadió: “En ocasiones, la prensa también ve al presidente no
como el titular del Ejecutivo federal, sino como el cotidiano
proveedor de anécdotas, ocurrencias, tropiezos... Si ambas
partes se reconocieran en la mutua función pública que
desempeñan, habría una relación de mayor respeto. Sin embargo,
no veo disposición de ambas partes.”
En un análisis sobre los medios de comunicación, Trejo Delarbre
--autor de la columna “Sociedad y Poder”, que se publica en La
Crónica de hoy--, cuestionó:
“En México tenemos una prensa que sigue siendo más resultado de
declaraciones que de la investigación. Nuestro periodismo está
muy habituado a los dichos. Todos los días vemos cómo se desatan
auténticas tormentas políticas, climáticas, pero que, al día
siguiente, se revelan como insustanciales o pasajeras, sólo a
partir de lo que dicen unos de otros. No tenemos una prensa
asentada fundamentalmente en los hechos.”
A su juicio, “un periodismo de investigación, que fuera más allá
de la nota conocida de todos los días, aportaría un servicio
relevante. No hay que olvidar que ésta ha sido la oferta, el
propósito, de una decena de diarios surgidos en los últimos 15
años. Sin embargo, muy pocas veces han podido cumplir esa meta.
“Los periodistas que han tratado de renovar publicaciones
–siguió--, han prometido: ‘Vamos a hacer mucha investigación; no
hay que basarnos en dichos, sino en hechos’. Pero casi siempre
han involucionado al periodismo de siempre.”
Sobre si el gobierno foxista ha privilegiado a los medios
electrónicos, el especialista sostuvo que “es clarísima la
proclividad del gobierno” por éstos, “sobre todo en el caso de
la televisión. Sin embargo, no se puede generalizar. Y si no,
que lo digan los amigos del Canal 40, por ejemplo”.
Trejo Delarbre dijo, además, que no tenía una estimación
respecto de si había disminuido el gasto del gobierno en materia
de publicidad, problema que, afirmó, se dio al final del sexenio
del presidente Ernesto Zedillo.
“Lo que muchos medios han perdido por concepto de publicidad del
gobierno federal, lo han recuperado o subsanado, aunque sea con
cierto déficit, con la publicación de otras fuentes, en este
caso de los gobiernos estatales, los cuales gastan mucho en
publicidad en medios impresos, con el fin de mantener su imagen
en la Ciudad de México”, señaló.
Explicó que “la existencia de muchos medios se explica a partir
de la generosidad del gobierno en materia de publicidad, un
término que no deja de ser una manera para describir una
práctica viciada”.
Señaló: “No digo que toda la publicidad del gobierno padezca de
esa falta de transparencia, pero hay zonas del Estado y de la
prensa que se benefician de esta relación”.
Añadió que por eso “urge en México –hoy es más patente que
nunca-- una legislación para regular la publicidad del gobierno
en los medios de comunicación, con el fin de que sean claros los
criterios de asignación y para que la publicidad, a diferencia
de lo que parece ocurrir en algunas zonas de la administración
pública federal, no sea asignada sólo a partir de la circulación
de los diarios y revistas.
“Si el criterio de cuántos ejemplares vende una publicación
fuera el único camino que prevaleciera en la asignación de la
publicidad del gobierno federal, éste sólo se anunciaría en Tv-Novelas
y Tv-Notas. Entonces, Proceso, Reforma, El Universal, La Cónica
y Milenio, no recibirían ninguna publicidad.
“Debe haber una ponderación entre la venta real de ejemplares y
la presencia y contenido específico de un medio y su calidad.
Cantidad y calidad forman un binomio difícil de equilatar, pero
para el cual se pueden establecer reglas, como la que, por
ejemplo, acordó la Cámara de Diputados en la Legislatura
anterior, para asignar con esos criterios los anuncios
publicitarios.
“!Eso es un derroche, una dilapidación de nuestros impuestos!
¿Por qué el gobierno federal paga publicidad cuando dispone de
tiempo fiscal, muy reducido, pero existente aún, para anunciase
en los medios electrónicos concesionados? La contratación de
publicidad en radio y televisión debe ser auditaba, supervisada
y prohibida por el Congreso. Además, eso sigue siendo
discrecional”, advirtió.
--¿A qué atribuye la crisis en los medios? –se le preguntó al
autor de La prensa marginal y Las agencias de información en
México.
--Tenemos un panorama de medios muy diversos. Hay medios con
dificultades, otros que no. En Reforma y El Universal no veo
crisis; son negocios espléndidos. Hay otros, sin conocer sus
finanzas a detalle, que no sufren demasiado para obtener los
recursos suficientes. No tenemos una prensa capaz de pagar los
sueldos de The New York Times a sus reporteros y colaboradores.
Pero sí tenemos una prensa capaz de contratar los servicios
profesionales más elementales para hacer un periodismo decoroso.
“Hay otros medios en serias dificultades. La cooperativa de El
Día no puede mantenerse más después de las tropelías que un
grupo perpetró contra los legítimos representantes, ilegalmente
expulsados, como se ha demostrado judicialmente. La cooperativa
de Excélsior no pudo mantenerse más en la ficción, de que este
era un negocio para los socios, cuando sólo lo era para algunos
de sus directivos.
“Novedades no pudo sostener una presencia nacional, cuando su
tiraje era cada vez más limitado y el periodismo que practicaba,
menos trascendente. En suma, hay periódicos que, a pesar de sus
brillantes etapas, fueron descuidados por sus dueños, y su época
ya transcurrió. Como todo en la vida”, añadió.
--¿Por qué no se lee en México?
--¡Caray! Las respuestas tienden siempre a los lugares comunes.
Es un problema cultural: no se lee porque no hay una tradición
de lectura y al revés. Es un círculo vicioso.
--El presidente Fox felicitó a una analfabeta por el hecho de
que no leyera...
--Yo diría que el presidente Fox es expresión de una cultura de
la no lectura, que padeció gran parte de la sociedad mexicana.
El es víctima de esta incultura y nosotros víctimas del hecho de
que un presidente, con tan escasa cultura en términos generales,
llegue a ocupar la responsabilidad que tiene.
“Se suele pensar que los productos impresos son tan caros y la
carestía tan grande, que por eso le gente no lee. No lo creo,
porque hay mucha gente que sigue comprando pasquines, tan caros
como un periódico o una revista con otro contenido, y de todos
modos hacen ese gasto. No tenemos en México una sociedad
acostumbrada a la deliberación a partir de la prensa escrita. La
tuvimos en la época de La Reforma y aun en los años 20 y 30
cuando había una prensa enjundiosa y representativa de
posiciones políticas. A la prensa le hizo mucho daño su
larguísima supeditación respecto del poder político y mucha
gente dejó de leer”.09/06/03 |