P.: Señor
Trejo, visto desde fuera y a través de Internet, parece
que está usted en todas partes.
R.: Bueno yo hago tres cosas o tengo tres
"camisetas", es decir, tengo tres ocupaciones
complementarias. Soy investigador en el Instituto de
Investigaciones Sociales de la UNAM,
Universidad Nacional Autónoma de México. El
Instituto no está ligado directamente a la docencia pero
tiene programas de colaboración con varias facultades,
especialmente la de Ciencias Políticas donde doy clases.
En el Instituto, como parte de mi trabajo de
investigación, hace poco terminé un largo estudio sobre
la presencia de las campañas electorales y los partidos
políticos en los medios de comunicación. Los resultados
se encuentran en el libro Mediocracia sin
mediaciones. Prensa, televisión y elecciones que
apareció este verano editado por Cal y Arena de México.
Otro tema de investigación que he frecuentado es el de
Internet. Quiero seguir trabajando acerca de aspectos
prácticos de la red de redes y también abundar en la
reflexión más sistemática sobre qué cambio está
implicando este instrumento como medio de comunicación.
P.: etcétera.
R.: Sí, en segundo lugar, soy director de
etcétera, que durante ocho años fue un semanario
de política y cultura y desde noviembre de 2000 aparece
cada mes dedicado exclusivamente a analizar los medios
de comunicación, incluídos los nuevos medios. Desde la
época como semanario nos interesamos mucho por los
medios, comenzando desde luego por Internet.
En tercer lugar, todos los días escribo una columna
política en La
Crónica de Hoy, hecho que quizás me confiere
alguna presencia pública en México. Es una columna de
actualidad política mexicana, que se reproduce en una
decena de diarios en el interior del país. Esas son las
tres cosas que hago.
P.: ¿Cuál es su formación?
R.: Yo estudié la Licenciatura en Periodismo y
Comunicación a comienzos de los años 70 y ya nunca me
aparté de la universidad en donde trabajo desde
entonces. Luego, más por necesidad de cubrir un
requisito académico que por otra cosa, hice una maestría
en Estudios Latinoamericanos y muy recién, hice el
doctorado en Sociología, todo en la UNAM.
P.: He escuchado que usted es el tipo de persona
que desde muy joven se ha hecho su propio periódico y se
ha puesto a venderlo en la puerta del colegio o la
universidad, ¿es cierto?
R.: Si. Hay un personaje de Vargas Llosa, en
Conversación en La Catedral que dice que "el
periodismo no es una vocación sino una frustración". No
es mi caso. Yo, desde pequeñito, a los Reyes Magos en
lugar de balones de fútbol y esas cosas les pedía
mimeógrafos [multicopistas] y me los traían, en casa hay
varios totalmente obsoletos. Desde los 6 años quería ser
periodista. El periodismo nunca ha sido para mi
frustración, sino la posibilidad de desplegar
gozosamente una vocación.
P.: Empezó haciendo el periódico para su casa...
R.: Primero para los vecinos, luego fui un
chico insoportable que en vez de participar en
campeonatos de voleibol hacía el periódico de la
escuela. En la primaria y en la secundaria lo vendía o
lo pegaba en la pared. Siempre encontré cómplices, sobre
todo en la preparatoria, que lo tomaban aunque con un
interés menor. Aquí tenemos seis años de primaria, tres
de secundaria y tres de preparatoria que es el
pre-universitario. En la preparatoria encontré un grupo
de amigos interesados en participar de la aventura de
hacer periódicos. Los seguí haciendo en la universidad
pero en otras condiciones. Me tocó ser estudiante
universitario en una época políticamente muy difícil, yo
entré en la UNAM a comienzos de 1972, tres años y medio
después de la represión de octubre de 1968 contra los
estudiantes universitarios. Todo el mundo tenía miedo de
opinar, a mí una vez me persiguió la policía casi a
balazos por repartir unas octavillas en el autobús y
otra vez por pintar una "barda", eran otras épocas y
publicar un periódico era una actividad mal vista.
P.: ¿Y esta vocación se proyectaba también en los
estudios?
R.: Lo que traté de hacer con mis compañeros
era hacer un periódico menos improvisado que las
pequeñas publicaciones que había entonces, y lo que
surgió de allí se convirtió en mi tesis de Licenciatura
y, posteriormente, en mi primer libro que apareció en
1975, bajo el título de La prensa marginal. Era
un estudio de las publicaciones estudiantiles y
sindicales que aparecían al margen de las distribución
comercial. Había muchas, cerca de 400, hechas de manera
artesanal y todas con enormes dificultades para publicar
más de un número. Aquella prensa era la alternativa a
los medios convencionales que estaban casi unánimemente
cerrados a cualquier expresión política que no fuese a
favor del gobierno.
"Me daba horror escribir en
máquina eléctrica"
P.: ¿Y cómo apareció Internet en el medio de esta
actividad periodística y de investigación?
R.: Estar en la universidad, tener tiempo y
recursos para hacer y pensar en estos temas ya es un
privilegio. Y tener el pequeño bagaje analítico para
tomar una visión distinta a la habitual es difícil.
Cuando me enteré del fenómeno de Internet me costó
trabajo entenderlo, los primeros días y semanas, pero
muy pronto me percaté de que era algo mucho más que una
extensión convencional de la computadora y mucho más que
una nueva tecnología.
P.: ¿Cuándo empezó a tener contacto con Internet?
R.: Casi a la vez que cuando tuve contacto con
la computadora. Yo era un periodista y profesor de
hábitos muy rudimentarios, escribía en mi máquina
mecánica, a pesar de que años más tarde amigos míos me
decían que no fuera tonto y que me comprara una
computadora. Yo no tenía ni plata suficiente, ni me
sentía capacitado, me daba horror escribir en máquinas
eléctricas. Cuando me compré la primera computadora, en
1988, entendí que se trataba de una cosa que me servía,
intercambiaba archivos, ... en fin, hacía mejor mi
trabajo.
La tercera computadora que compré ya tenía algo de
multimedia, disponía de un módem y una conexión a
Compuserve: ahí fue cuando entendí que había algo
llamado Internet. Te estoy hablando de mediados de 1994.
La navegación era muy rudimentaria y los sitios para
visitar notablemente pobres, pero en ese nuevo espacio
encontré un encanto comunicacional, una posibilidad de
libertad y una opción de intercambio e interactividad
inéditas que no solo me llamaron la atención: me
volvieron adicto a Internet.
P.: ¿Qué era para usted lo nuevo en Internet?
R.: Yo era fanático, y lo soy, de las revistas
y periódicos del mundo. Las pocas que había disponibles
en México eran revistas estadounidenses que me costaban
mucha plata comprar. Cuando vi que gran parte de ese
contenido estaba en Internet, me di cuenta que había un
cambio cualitativo, por lo menos para mí y probablemente
para mucha gente como yo.
Para entonces ya había escrito algunos libros sobre
medios de comunicación. Entre ellos había coordinado dos
volúmenes muy críticos acerca de la empresa
Televisa que se difundieron mucho entre quienes
estudian comunicación en México. Debido a esa
experiencia, el
CEDAL
de Madrid me invitó a dar en diciembre de 1994 una
conferencia dentro de un seminario para funcionarios de
ministerios de cultura de América Latina. Me pidieron
que hablara acerca de las redes de comunicación en
América Latina. Ellos querían que yo les platicara de
Televisa y de O Globo. Pero en esas fechas estaba
fascinado con la Internet y preferí llevar una ponencia
explicando qué era eso y qué se podía encontrar. Hallé
tanto entusiasmo en esa charla que se celebró en la
hermosa
Casa
de América en Madrid, que me dije: "Aquí hay mucho
más para reflexionar para preguntar, para escribir..." y
decidí hacer de esa ponencia un libro. De allí surgió
La nueva alfombra mágica. El libro lo terminé ocho
meses después y lo inscribí en el concurso de ensayo de
la
Fundesco. Yo conocía poco a esa fundación española,
pero sabía de su certamen anual que habían ganado
algunos autores que me parecían relevantes. Así fue como
el libro, ganador del concurso, se publicó primero en
Madrid y más tarde en México.
P.: ¿Podría hacer un mapa de la progresión que ha
experimentado desde entonces? ¿Qué ha pasado desde que
se publicó el libro hasta ahora?
R.: Para un autor siempre es difícil ver
críticamente sus libros. En el caso de
La nueva alfombra mágica creo que apareció muy
pronto, fue uno de los primeros trabajos en castellano
acerca de Internet. Incluso en Estados Unidos no había
mucha literatura publicada sobre este asunto. Pero el
libro, salvo entre gente muy interesada en el tema, en
un primer momento suscitó poco interés. Creo que no
exagero al decir que casi todo lo que ahí se dice sigue
vigente: problemas de seguridad y leyes, dificultades
para el acceso, censura, problemas de contenidos,
opciones para hacer periodismo, negocios y muchas
limitaciones, creo que en lo fundamental es un libro
cuyas líneas maestras cinco años después siguen siendo
vigentes aunque, claro, en cada uno de los campos de los
que se ocupa ahora hay docenas de libros más. Un par de
años después de publicado comenzó a ser algo leído,
especialmente en España y en algunos países de América
Latina. Desde entonces recibo correos de estudiantes en
distintos sitios que lo comentan y a veces solicitan
alguna precisión o ampliación. Ahora La nueva
alfombra mágica. Usos y mitos de Internet, la red de
redes, está todo en línea en la página de
etcétera y tiene cerca de 50 visitas diarias de
diferentes países.
"Hay que entender Internet como un
medio específico"
P.: Usted ha propuesto una visión crítica con
respecto a las implicaciones que tiene Internet. ¿Con
respecto al periodismo o los medios de comunicación qué
significa esto?
R.: Significa que, en primer lugar, hay que
entender a Internet como un medio específico y no como
un simple propagador de lo que se ha hecho para otros
medios. Eso todavía no lo han entendido todos. Tener el
contenido de todos los diarios del mundo en Internet
está muy bien, pero esos diarios se arriesgan a contar
con pocos visitantes, a tener poca singularidad si no
incorporan contenidos específicos para la Red.
Hay que advertir por otro lado que Internet es un medio
tan singular que permite que prácticamente no haya
censura. Incluso si en algún país un gobierno
dictatorial interviene los servidores por los que se
conecta la gente, esa fiscalización se puede evitar con
un teléfono satelital. Ante cada intento de censura en
Internet hay un mecanismo tecnológico para darle la
vuelta: es un medio abierto a todas las libertades, lo
cual implica que se pueden decir todas las cosas, todas
las noticias y también todas las barbaridades y
exageraciones imaginables. Por eso es importante tener
en cuenta que no todo lo que se dice en Internet es
cierto, ni todo lo que se hace con ella es provechoso
para la gente, hay de todo.
P.: ¿Ha pensado sobre cómo se deberían desarrollar
los criterios para que aprendamos a discernir en un
medio tan peculiar como Internet?
R.: Es muy difícil, no puede haber una
institución que le ponga un sello de garantía, como
hacen con los vinos: este es bueno, este es malo. En
primer lugar la experiencia de la gente le va a llevar a
discernir entre las falsedades y el material realmente
verosímil. No soy partidario del mercado como remedio de
todos los males, pero en este caso puede funcionar el
mercado, es decir el espacio público de los cibernautas
al darle más legitimidad a los medios que no dicen
mentiras y a quitársela a aquellos que exageran con tal
de aumentar sus visitas. Es lo mismo que pasa con la
prensa sensacionalista en todo el mundo. La gente cree
lo que dice "The
New York Times" o el "Washington
Post", pero no les tiene confianza a los diarios
tabloides que sabe que siempre producen escándalos.
El propio comportamiento del internauta puede establecer
qué es confiable y qué no lo es en Internet. Ese sería
solo el comienzo. Desde luego no podemos depender de la
afluencia a un sitio como el mejor indicador, ni el
único, para establecer la legitimidad de los sitios en
Internet. Las audiencias nunca son el mejor criterio
para definir la calidad de un medio; peor aún, los
públicos de masas suelen equivocarse o preferir los
contenidos más banales o engañosos. Pero aun en esos
casos, la gente sabe, aunque los consuma, cuáles medios
son confiables y cuáles no. Actualmente están emergiendo
muchos medios en Internet que pueden tener una presencia
importante. Digamos que el "The New York Times" o el
"Washington Post" son los medios de la Revolución
Industrial...
P.: ¿Cree que pueda haber medios que alcancen este
tipo de prestigio dentro de Internet?
R.: Si, creo que hoy en día no sabemos cuál
será el "New York Times" de Internet. Hay una tendencia
natural aunque artificial a la concentración de grandes
empresas que van evolucionando y abren páginas en la red
con todos los recursos tecnológicos, con amplia variedad
de contenido, pero que dicen lo mismo, que no están
pensando en la Red como un medio específico. Algunas
veces tales páginas van a tener éxito y otras no, sobre
todo porque el rendimiento financiero que están logrando
es y va a seguir siendo precario o, por lo menos,
inferior a las siempre ambiciosas expectativas de sus
propietarios.
Ahora somos quizá 500 millones de internautas en todo el
mundo (o alcanzaremos pronto esa cifra). Se trata de una
enorme comunidad (si es que se puede considerar que los
cibernautas actuales son todos ellos una comunidad) pero
aun acotada a una minoría si se le compara con la
población mundial. Esos 500 millones son apenas el 12%
de la humanidad y hay países en donde el acceso a
Internet sigue siendo muy bajo. Allí tenemos a un
público muy heterogéneo para el cual, hipotéticamente al
menos, todas las páginas web son igual de accesibles.
Uno puede, con una página no muy sofisticada, estar a un
clic de las más concurridas, la gente puede cambiar de
una a otra con mucha más facilidad que con la que
cambian mediante el zapping, de un canal a otro
de televisión. En la televisión tenemos 200 canales si
cuentas con algún sistema satelital como Direct TV; en
Internet tenemos millones de sitios web (22 millones, se
calculaba en octubre de 2000). Al aumentar la oferta,
baja la presencia de los medios influyentes más
concurridos.
P.: ¿Cuál va a ser el "The New York Times" de la
Red en el 2005?
R.:. A lo mejor no ha surgido. Quizá hay un
periódico que está aprendiendo y que hace experimentos
interesantes personalizando la información,
actualizándola cada 15 o 20 minutos, todo esto puede
mantenerse y aumentar. De lo que se trata no es de que
los lectores de la edición impresa se vuelvan lectores
de Internet, pierden mucha plata con esto. Se trata de
ganar lectores de otro tipo, personas que no leen las
páginas impresas del diario y a lo mejor se quedan con
un registro más del diario que tiene una traducción
digital de su versión impresa, y nos encontramos que en
dos o tres años hay medios nuevos. No sé. En pocos meses
la página de Ananova, esa conductora de noticias
virtual, dejó de tener interés para los muchos
internautas que visitaban su sitio. La página de
Naked news con conductoras nada virtuales que se
quitan la ropa mientras leen noticias, llamó la atención
pero luego dejó de ser novedad.
Hasta ahora las innovaciones para presentar noticias en
la red han sido de forma, pero pensando en el estilo de
los medios convencionales, especialmente la televisión.
En vez del tradicional conductor del noticiario se nos
ha presentado a locutores virtuales o a desnudistas muy
atractivas pero cuya presencia no les añade nada a las
informaciones (al contrario, se convierte en un elemento
de distracción). Aun estamos por conocer cómo serán los
informativos en Internet de mañana.
"No se si vamos a tener una sociedad
con interés suficiente para querer ser productora de
mensajes"
P.: Ahora, cuando hablamos de cuál va a ser el
"The New York Times" de Internet, o cosas por el estilo,
estamos dando por sentado, hasta cierto punto, una
traslación de los criterios pero no de los modelos.
¿Usted cree que es posible que se desarrollen modelos
completamente diferentes, este hecho, por ejemplo, de
que a través de listas de distribución se vaya creando
un universo informativo más adecuado a lo que tú buscas,
esto puede progresar para convertirse en modalidades
completamente novedosas?
R.: Técnicamente es posible, no se si la
sociedad lo aceptará. Hace dos o tres años se puso de
moda la distribución de software que permitía armarte un
diario digital: "Yo quiero los deportes de "La
Vanguardia", la política de "El País", etc... Yahoo te
ofrece ese servicio. De pronto era como el boom
de Internet, equivalente a lo que hoy son los portales.
No estoy seguro de que a la gente le guste ese esfuerzo,
-hablo de la gente en general, no de los actuales
internautas. Elegir el contenido de uno u otros medios
es fascinante para gente como nosotros, pero a quienes
leen solamente un diario quizás les guste más quedarse
con el universo informativo que crean los editores de
ese periódico con un criterio similar para los deportes,
el clima, etc... Por otro lado esa idea de crear su
propio menú informativo le priva a uno de la posibilidad
de obtener algo que no esté de antemano previsto allí: a
mi no me interesa para nada el golf, pero si por ahí
surge un golfista buenísimo, con interés muy humano, a
lo mejor me gustaría saber de ese personaje. Pero si me
hice un menú en donde no incluyo al golf jamás me voy a
enterar de ese acontecimiento.
Creo que tiene razón cuando dice que pensar en un "The
New York Times" de la Red, es pensar con el mismo
criterio como si fuéramos a tener grandes diarios o
grandes medios de referencia. Creo que esos se van a
mantener por su presencia multimediática para la
televisión, en los magazines, en la radio, pero además
vamos a tener mucha mayor oferta para informarse. Mi
gran duda es si este medio, que nos obliga a romper con
las teorías tradicionales de la comunicación que nos
decían que en todo medio unos cuantos emiten mensajes
para muchos, se va a mantener en Internet. En este nuevo
medio, donde la gente puede responder y fabricar sus
propios mensajes, no se si vamos a tener una sociedad
con interés suficiente para querer ser productora de
mensajes. Hace poco el investigador argentino
Alejandro Piscitelli respondía con un no rotundo a
esta cuestión, decía que a la gente no le gusta producir
mensajes, quieren ser consumidores ¿Va a ser así?, no lo
sé.
P.: Lo que nos gustaría es ser espectadores, decía
él. ¿Pero usted ve que esta tendencia se mantiene en
Internet? ¿La actitud del espectador es lo que
predomina?
R.: No estoy seguro cuántos de estos 500
millones de internautas son o quieren ser productores de
información más allá del correo electrónico. Pero
colocar en la Red una página personal, meterse a foros
de discusión, replicarle al autor del artículo que
acabamos de leer y que nos gustó o no nos gustó, es poco
frecuente. Creo que es cuestión de tiempo, que hace
falta que llegue y se adueñe de Internet una generación
distinta a la nuestra, que son los que han aprehendido
de una manera mucho más cercana el lenguaje digital, que
se han ejercitado en el uso de la red de redes como
espacio para intercambiar experiencias, intereses y toda
clase de información y que no necesitan un discurso tan
extenso para expresar asuntos muy primarios, que a lo
mejor va a ser la gente que se va a comunicar más por
Internet.
P.: De todas maneras, a mayor cantidad de
emisores, más complejo, en principio, el proceso de
discriminación de la información pertinente.
R.: Efectivamente, esa comunicación será, o
mejor dicho ya está siendo, propagadora de toda índole
de intenciones e intereses. Te voy a platicar una
experiencia personal. Yo escribo, como ya te conté, una
columna política que se publica en varios diarios
mexicanos. El año pasado, durante las campañas
electorales para la presidencia de mi país, la columna
además de la prensa escrita la publiqué en el portal de
T1MSN, que es sostenido por la empresa Prodigy (el
principal proveedor de acceso a Internet en México) y
Microsoft. Ellos tienen un espacio para artículos
políticos en donde aparecen los textos de una veintena
de autores. Igual que en la columna publicada en los
diarios allí aparecía, al pie de mi texto, mi correo
electrónico. En los últimos años he recibido un promedio
de entre tres y cinco mensajes diarios de gente que me
sugiere temas, que no está de acuerdo, que se enoja, me
reconviene, hay de todo.
Pero, cuando el año pasado, antes de las elecciones de
julio, publiqué varias columnas muy críticas del
candidato Vicente Fox (que acabaría ganando las
votaciones), de pronto me llegaron a mi correo
electrónicos y al espacio de mensajes en la página de
T1MSN más de mil 200 comentarios en un par de días.
Algunos eran auténticas amenazas plagadas de insultos de
partidarios de Fox, que no toleraban que a su candidato
le señalaran errores. Otros eran comentarios en diversos
tonos. A casi todos los que me escribieron a mi correo
directo les contesté, fue una labor de docenas de horas
durante varios días. La mayoría de los mensajes era de
gente joven, incluso gente que no estaba acostumbrada a
leer la prensa diaria, ni columna política ni análisis
de opinión. Algunos de ellos me decían: "Señor
periodista, con qué derecho se pone a opinar". Esos
jóvenes jamás habían leído las páginas editoriales de un
diario. Sin embargo se informaban y polemizaban a través
de Internet.
P.: ¿Considera significativo del cambio que se
está produciendo en México, el hecho de que esta gente
joven se informe de esta manera?
R.: No es toda la gente joven. En México
tenemos ya más de cien millones de habitantes, de los
cuales en 2001 no hay más de cuatro millones que se
conectan regularmente a Internet. Muchos de ellos son
jóvenes. Es un cambio que no es tan extendido que se
pueda llamar generacional, pero de esos 4 millones no
tengo la menor duda de que la mayor parte son menores de
35 años.
"A quienes tienen acceso a
Internet se les sigue viendo como algo exótico"
P.: Esta gente se supone que posee una cierta
formación. ¿Hay iniciativas en México hacia una
"alfabetización digital"?
R.: Hay un problema que va más allá de la
tecnología, un problema de analfabetismo funcional que
aquí padecemos más por la crisis de nivel educativo. Es
costumbre emplear las nuevas tecnologías como
instrumentos para aprovechar el aprendizaje, pero los
profesores siguen teniendo muchas dificultades: por
ejemplo unos pésimos salarios.
A quienes tienen acceso a Internet se les sigue viendo
como algo exótico. El año pasado en la campaña del
candidato del partido oficial, que perdió, se decían
pocas cosas específicas, era una campaña con grandes
eslóganes. Pero una de las pocas cosas concretas que
dijo fue: "Yo quiero para todas las escuelas mexicanas
computadoras y enseñanza del idioma inglés". Los
opositores y los sectores más nacionalistas se le fueron
encima y decían que el inglés era el idioma del imperio,
y que en lugar de computadoras primero necesitamos
mesabancos, pizarras, agua potable... Tenían razón, en
las escuelas mexicanas necesitamos todo eso, pero
también computadoras. Una cosa no excluye a la otra.
P.: Pero hay gente que desarrolla proyectos de
este tipo...
R.: Hace unos cinco años, el Ministerio de
Educación de México inició un programa llamado Centros
de Maestros que consistía en instalar, en numerosas
comunidades, una casa con biblioteca, varias
computadoras y conexiones satelitales. En uno o dos
estados de los más pobres, en donde hay maestros más
radicales políticamente, los profesores se opusieron a
ese proyecto: "Primero páguennos más y luego
aprenderemos a utilizar las computadoras", dijeron. Las
computadores, al menos en un par de casos, estuvieron
guardadas cerca de dos años.
La nueva generación, los más jóvenes, los que ahora
estudian, padecen una suerte de analfabetismo funcional
que es preocupante. Son jóvenes de la generación
televisiva, no están habituados a leer.
Carlos Monsiváis, un destacado escritor mexicano,
decía que Internet tiene la gran virtud de hacer leer a
los jóvenes. Yo no estoy tan seguro. Si leen será en los
chats. En los cursos que doy en la Universidad me he
encontrado en varias ocasiones con una reacción
lamentable, pero sintomática, de algunos alumnos.
Cuando, en los últimos semestres de la carrera de
comunicación, les he dicho que hay que leer determinado
libro, me responden "sí profesor, claro que sí, pero
¿qué leemos del libro, que capítulo?". "Lean el libro",
les digo y les parece inusitado. Son muchachos a los que
hemos habituado a no leer más que capítulos de libros y
nunca la obra completa. Me he encontrado que hay
estudiantes que cuando están terminando su licenciatura,
jamás han leído un libro entero.
P.: ¿Qué respuesta ha dado la Universidad a las
nuevas formas de procesar y trabajar la información a
través de Internet?
R.: Ha dado una respuesta general, pero
también precursora. La Universidad Nacional Autónoma fue
la primera que trajo Internet a México. Cuando apenas
empezaba instalaron las primeras redes. Y, es curioso,
Internet creció primero en el campo académico y en los
institutos de ciencias básicas: los físicos, los
matemáticos, los biólogos, discutían a través del correo
electrónico con sus colegas, sobre todo de Estados
Unidos en donde habían estudiado muchos de ellos. Yo
hace cinco años era de los pocos que usaba Internet en
el Instituto de Investigaciones Sociales y me veían como
un bicho raro. Hoy en día todos mis colegas tienen su
correo electrónico. Es decir, la red de redes llegó
tarde, y mucho más tarde a los alumnos. Los estudiantes
de ciencias Básicas y Naturales estaban más
familiarizados con Internet, y los de Ciencias Sociales
se incorporaron con más lentitud al empleo de ese
recurso. Ahora lo hacen y cada vez en mayor cantidad,
pero no porque la Universidad lo promueva sino porque
Internet en México es un fenómeno mucho más
publicitario, y forma parte del imaginario social. La
televisión está repleta de mensajes comerciales para
conectarse a la red. Se habla mucho más de Internet de
lo que se accede a ella.
P.: ¿Y en el plano de la educación, de las
generaciones que estudian comunicación, qué respuesta ha
habido en la universidad?
R.: Los que estudian comunicación ven a
Internet como un espacio insólito en donde encuentran
más intercambio personal que elementos para investigar o
hacer sus deberes de la escuela. Y no hay enseñanza
formal para utilizar Internet salvo cursos
extracurriculares. Menos aun existe, de manera
extendida, reflexión o enseñanza de otros aspectos de
Internet. Hace año y medio abrí en mi facultad un curso
optativo de periodismo digital pero bajo el nombre de
otra materia porque no había una asignatura destinada a
esa nueva modalidad. En esa facultad que tiene 5000
estudiantes de comunicación, el plan de estudios se
renovó hace algunos años y no se les ocurrió incorporar
a Internet. Entonces abrí un seminario con dos
requisitos: que los muchachos tuvieran acceso a Internet
y que supieran leer textos en inglés. Pudiendo ser un
curso muy concurrido llegaron 10, todos de excelente
capacitación. Pero fueron los únicos interesados entre
varios miles.
P.: ¿Sucede lo mismo en la reflexión sobre
Internet y la relación con los medios?
R.: En la misma facultad se ha abierto un
posgrado en Ciencias Sociales, es un doctorado con
materias nuevas y que aspira a ser de vanguardia en
varios aspectos. Yo abrí un seminario sobre
implicaciones sociales de Internet y de reflexión sobre
asuntos de cibercultura. El grado de calificación y de
información de los alumnos del seminario me tiene
sorprendido, me obligan a leer textos que yo no había
leído y tenemos un plan de discusiones bastante
completo. Desde hace año y medio hemos discutido en
ocasiones un libro por semana y a veces me he encontrado
con que los estudiantes ya habían leído los textos que
yo sugería, la mayoría de ellos de muy reciente
publicación en Estados Unidos o en Europa. Se trata de
un grupo de excepción que por desgracia no representa el
perfil de los alumnos de la Facultad. Por lo demás, la
reflexión acerca de Internet, más allá de la propaganda
de sus usos comerciales, sigue siendo escasa.
"Vamos a rescatar la originalidad de
mucha gente que hace que los medios sean posibles"
P.: Había comentado que en "etcétera" quiere abrir
este campo de reflexión. ¿en qué está pensando?
R.: Hasta el verano del 2000 tuvimos un
semanario muy abierto a todos, publicábamos notas de
reflexión sobre temas tan variados como los Juegos
Olímpicos, o sobre la historia del presidencialismo
mexicano, literatura, en fin. Entonces decidimos
especializarnos y hacer una revista destinada solamente,
pero de manera ambiciosa, a la discusión de los medios
de comunicación. En México hoy todo el mundo opina de
política, pero no todo el mundo puede opinar, por lo
menos con algún fundamento, sobre televisión o Internet.
Es una revista para lectores de todas las condiciones,
no solo especialistas y con un comité editorial con
personalidades de distintos ámbitos en el mundo
hispanoamericano de la comunicación.
etcétera ha tenido un buen arranque y es leída
con mucho interés entre los profesionales de los medios
en México y en las principales universidades en donde se
enseña comunicación. Estamos muy contentos con ese
resultado aunque los problemas financieros a veces
nublan ese entusiasmo. De todos modos creo que estamos
haciendo, con la participación de los colaboradores de
la revista, una contribución al debate sobre los medios
en México y América Latina.
P.: ¿Cuál es la evaluación de este cambio de
orientación?
R.: Todo el que hace comunicación, en
cualquier género, tiene opiniones sobre el trabajo que
realiza. Pero los medios, tan inquisitivos como son con
todos los sectores de la sociedad y del poder, no suelen
discutirse a sí mismos. En etcétera lo que
estamos haciendo es recoger voces conocidas que informan
en los medios, pero que no suelen opinar sobre su propio
trabajo. Entonces los invitamos a que en la revista
escriban o declaren acerca de lo que hacen en los
medios. Además estamos constituyendo un espacio para que
la discusión académica sobre la comunicación llegue a
quienes se encargan, en la práctica, de la tarea de
comunicar.
P.: Hay una preocupación palpable y pública por el
destino de un México que no es un país de primera línea
industrializada, que se sabe inmerso en enormes
dificultades económicas, de infraestructura, etc. ¿Puede
jugar Internet un papel, de uno u otro signo, en un
momento tan delicado?
R.: México es un país sobre todo muy desigual,
estamos entre las 15 principales economías del mundo y
al mismo tiempo tenemos fácilmente 25 millones de pobres
muy pobres, la cuarta parte de la población. Tenemos una
élite que viaja al extranjero, que bebe vinos chilenos o
españoles, que tiene más de una computadora en casa. Y
hay universidades en el interior del país que apenas si
tienen computadoras. ¿Cuál es el gran desafío con
Internet?. Lograr que no acentúe esta desigualdad que ya
tenemos. No soy muy optimista al respecto. La
experiencia en México y todo el mundo nos enseña que
Internet, como cualquier elemento tecnológico y de
información, acentúa desigualdades.
Sin embargo no todo es catastrófico. Los cuatro millones
que ahora están conectados a Internet serán ocho o diez
en un par de años. Vamos a tener una masa no muy crítica
pero si muy masiva de gente que estando en la Red, va a
tener oportunidades más allá de entrar a los chat y
mandar correos electrónicos a sus amigos. Allí hay un
gran potencial no únicamente para los negocios, que es
lo que piensa todo el mundo. Las empresas y los
numerosos ciudadanos que quieren hacer dinero en la Red
ven a los internautas como consumidores y no como
ciudadanos. Así que habrá oportunidad para contenidos y
actividades muy variados: la discusión política, la
información, la creación de grupos de interés en todas
las áreas y desde luego la educación. Pero ello
dependerá del interés de la gente y de la existencia de
políticas públicas para impulsar por una parte el acceso
a Internet y, simultáneamente, un empleo creativo y
fructífero de la red de redes.
P.: ¿Considera que Internet podría cumplir una
función de pedagogía democrática por parte de quienes lo
usen con esa intención que menciona?
R.: Puede ser. Estar en un medio de
comunicación tan poco autoritario como Internet es ya
todo un curso de democracia cívica. Más allá de la
actual participación en chats sobre asuntos personales,
es previsible que muchos usuarios de la red encuentren
atractivo en emplearla para enterarse de asuntos de los
cuales no se informa, o se informa de manera muy parcial
en los medios convencionales de comunicación. Pero
tampoco allí me hago ilusiones. El desarrollo de las
capacidades cívicas, ciudadanas de Internet será muy
relevante. Pero en la red seguirán predominando los
contenidos comerciales.
"El inglés es el idioma de la Red de
redes"
P.: México está en primera línea de fuego por el
gran vecino del norte. Esto conlleva, entre otras cosas,
una legítima preocupación por el papel que va a jugar la
lengua en Internet. Incluso durante el primer congreso
de la lengua que se celebró en México se discutió
bastante sobre la presencia del castellano en Internet.
¿Donde se alinea usted dentro de todas estas tendencias
de que todos hablaremos inglés en el día de mañana o de
que, al revés, Internet va a estimular las diferencias y
permitirá el resurgimiento de la lengua?
R.: Yo creo que no hay elección posible, ni
hace falta elegir. Creo que es evidente que el inglés es
el idioma de la Red de redes, gústenos o no. Pero eso no
significa que no haya espacio para otras lenguas. Hace
algunos años el inglés ocupaba casi el 90 por ciento en
las páginas de web y es el idioma preferente de sus
usuarios. Esa cantidad ha disminuido aunque al respecto
existen distintas evaluaciones. Sin embargo, el peso de
otros idiomas no ha crecido tanto como la presencia de
Internet en países que no son de habla inglesa. Eso
significa que muchos usuarios de Internet, aunque su
lengua materna y de uso cotidiano sea el japonés, el
alemán o el castellano, navegan e incluso intercambian y
publican en Internet en idioma inglés.
Otro asunto es cómo tratar a la terminología
especializada que suele acuñarse en inglés y cuya
adopción en español los especialistas suelen ver con
verdadero horror. Pretender que en vez de decir "mouse"
digamos ratón, en lugar de software programas y que no
digamos páginas "web" puede constituir una causa
atractiva para algunos, pero que está de antemano
perdida. No creo que el problema se encuentre allí.
Después de todo, puesto que es una lengua viva, el
español se actualiza constantemente y admite palabras de
otros orígenes de la misma manera que hay términos en
castellano que hoy son de uso casi universal.
El asunto principal, en este aspecto, no radica en
oponernos al inglés como su fuésemos una suerte de
luddistas idiomáticos sino en construir espacios
creativos, originales y útiles en donde se emplee la
lengua de cada quien, en nuestro caso el español. Sobre
estos temas, entre otros, se va a discutir en el Segundo
Congreso Internacional de la Lengua Española que se
realizará en Valladolid en octubre de 2001 y que
continuará los intercambios que comenzaron en el primer
congreso que se realizó en Zacatecas, México, en 1997.
P.: De todas maneras, dentro de la previsible
presencia de todas las lenguas en Internet, hasta este
momento el desarrollo de la Red está sustentado en la
parte de la población que es bilingüe. Pero ahora
aparece otra parte considerable de la población que, a
través de la telefonía móvil u otros medios, se van a
conectar a Internet y no es bilingüe. ¿Qué puede ocurrir
ahí?
R.: Puede ocurrir que acaben siendo bilingües,
que es lo más difícil; puede ocurrir que proliferen los
espacios de las lenguas de cada grupo idiomático, en
nuestro caso el castellano, sobre todo los espacios que
le ofrezcan a la gente accesos y servicios similares a
los que encontrarían en idiomas extranjeros. A mucha
gente les incomoda entrar a Internet porque no entiende
el idioma y es comprensible esta molestia. En la medida
que tengamos servicios más accesibles en castellano,
capaces de reproducir en nuestra lengua los contenidos
habituales de la WWW, podremos tener más gente
interesada en Internet. Hay quienes dice que esto va a
dejar de ser un problema cuando los traductores puedan
permitirnos que una página pueda verse en cualquier
idioma, pero lo cierto es que se necesitan máquinas muy
inteligentes, capaces de traducir todas las inflexiones
y eso es muy complicado todavía. Una vez hice el intento
de poner el primer párrafo del Quijote en inglés en un
traductor automático en la red y luego regresarlo al
castellano por el mismo procedimiento. El resultado era
bastante lamentable. Por lo demás, no me suscita mucho
entusiasmo la posibilidad de tener acceso a Internet a
través de un teléfono celular (o "móvil", como les dicen
ustedes en España). ¿Qué contenidos son realmente
asequibles a través de ese recurso? ¿Cómo podremos
navegar desde la pequeña pantalla del teléfono? No me
imagino haciendo en un móvil las visitas que suelo hacer
a las páginas que frecuento en Internet.
P.: Sospecho por su historia periodística y de
comunicador que usted pertenece a la que podríamos
denominar "escuela textual". Es decir, usted estima que
en el texto está la reflexión y está posiblemente la
razón de entender.
R.: Sí, es cierto, entre otras cosas porque yo
he escrito toda mi vida. Los libros que tengo en casa
son mi único tesoro aparte de mi familia y vivo de y
para escribir, lo mismo libros que textos para la
prensa. De tal manera, pensar que eso va a ser
desplazado por otra forma de comunicación me cuesta
mucho trabajo admitirlo o comprenderlo. Pero también
reconozco que hay maneras, lenguajes, pero sobre todo
soportes para el mismo texto que tienden a ser cada vez
más versátiles y que tienen más futuro que el libro en
tinta y papel.
P.: Pero solamente en soporte, ¿no estamos
hablando de la parte de contenido en sentido de la
imagen...?
R.: Yo soy de una generación que aprendió y
que sigue comunicándose con la palabra...
P.: ¿Pero no cree que se puede aprender o conocer
solamente con una carga de imagen más fuerte o compleja?
R.: La imagen es un elemento auxiliar del
aprendizaje pero hay contenidos que por sí misma no
puede transmitir. No encuentro cómo la imagen, el icono,
podrían suplir la lectura de "En busca del tiempo
perdido", o sustituir la discusión de los diálogos de
Platón. Tampoco podría suplir la reflexión de los
grandes economistas como Keynes o de científicos
sociales como Durkheim o, aunque ahora suene
políticamente incorrecto, Carlos Marx. Todos ellos han
sido autores cuya reflexión o capacidad creativa se
sustentó en los parámetros de la lógica formal que
descansa en la palabra escrita. No encuentro qué otro
modelo de comunicación y reflexión podría sustituirlo
pero entiendo que cada vez prolifera más la tendencia no
sólo a que la gente se comunique de manera muy parca,
con pocas palabras, sino a pensar que todo se puede
aprender de manera audiovisual. Creo que la preeminencia
de los mensajes icónicos está significando una derrota
de la reflexión al menos tal y como la hemos conocido y
practicado hasta ahora.
"No acabo de aprender la manera en
que los jóvenes aprehenden la realidad"
P.: ¿Y no has tenido algún tipo de experiencia con
este tipo de joven con una mentalidad más de estética de
vídeo juego que de texto?
R.: No tengo tanta oportunidad de ver esas
prácticas en la Universidad ya que los que los jóvenes
que llegan a mis seminarios son gente con una formación
escolar en los parámetros tradicionales. Algunos leen
mucho y otros nada, pero todos se han desarrollado en un
contexto en donde la palabra escrita es indispensable
para comunicar y acreditar conocimientos. Fuera del
campo estrictamente académico me encuentro con
experiencias muy variadas. Tengo una hija de 25 años que
es actriz. Ella lee por costumbre y afición pero algunos
de los jóvenes de su edad no, y eso que ni siquiera son
de la generación del Nintendo. No entiendo, no acabo de
aprender, la manera en que ellos aprehenden la realidad.
P.: Ahora hay gente de nuestra edad que suele
decir con mucha frecuencia que la gente joven no lee
periódicos. Yo no recuerdo exactamente cuándo empecé a
leer periódicos, aunque en mi casa siempre leyeron
periódicos, pero ¿puede ser que estemos entrando en una
fase en la que esto que se llama aprehender la realidad
no esté dependiendo de los instrumentos clásicos que
comentábamos y que estén apareciendo otros más sutiles,
que no sabemos todavía muy bien cómo actúan?
R.: Sí sabemos donde están. Los jóvenes se
nutren sobre todo de la televisión. El rumor en las
calles, es también un elemento de transmisión de
mensajes y de falsas imágenes, por ejemplo políticas.
Está el intercambio personal entre ellos, en donde se
crean o solidifican los valores que comparten.
Habitualmente los jóvenes escuchan la radio y algunos
entran a Internet. En las elecciones del año pasado en
México, entre los jóvenes de 18 y 30 años que fueron a
votar, la mitad lo hizo por Vicente Fox, el candidato de
la derecha. Ese fue un porcentaje superior a la votación
que tuvo Fox sobre el total de los electores. Mientras
más años tenía la gente, menos votaba por Fox. Los más
jóvenes querían que algo cambiara y por eso se volcaron
a favor de ese candidato. ¿De qué medios se nutrieron
estos jóvenes para conocer a ese candidato? De la
televisión, casi exclusivamente.
En la ciudad de México y su zona metropolitana tenemos
18 millones de habitantes y 37 diarios, con una tirada
total de no más de 700.000 ejemplares, de los cuales se
venden 400.000 ejemplares. Esos son los diarios que
consumen esos 18 millones de personas. Pero cualquier
promedio se distorsiona por culpa de quienes, como yo,
leemos varios diarios (en casa todas las mañanas recibo
siete). Lo cierto es que casi nadie lee periódicos,
todavía la gente de manera significativa no se educa
políticamente a través de Internet. Pero cuando avance
el empleo de este medio es altamente posible que la
gente busque informarse, en fuentes muy diversas, a
través de la Red.
P.: ¿Qué puede significar que el PRI desaparezca
después de tantos años en el gobierno?
R.: Bueno, el PRI no desapareció (al menos por
ahora). Lo que le ocurrió es que fue desplazado del
gobierno federal. Ha perdido cada vez de más posiciones
de gobierno pero mantiene una enorme presencia, para
bien o para mal, en numerosos espacios de poder
político. Ahora ese partido es el principal contrapeso,
en el Congreso, al gobierno del presidente Fox y
gobierna en más de la mitad de los estados del país. En
México tenemos un sistema presidencial, no
parlamentario, y en este sistema político el presidente
ha tenido un poder prácticamente ilimitado. Eso comenzó
a terminar hace varios años, todavía con los gobiernos
del PRI, y ahora uno de los retos principales radica en
construir o consolidar equilibrios fuertes y eficaces
delante de la presidencia, sea quien sea el que la
ocupe. Ese es el papel que puede desempeñar el PRI
delante del nuevo gobierno, siempre y cuando resuelva
sus pugnas internas, que son muchas. La esperanza de que
la vida pública en México cambie con el nuevo gobierno
está acotada por la simpleza del discurso y la
inexperiencia de la administración encabezada por Fox.
Pero bueno, ese ya es un tema que no tiene que ver con
Internet.
"La figura de Marcos me parece
contraproducente en términos políticos"
P.: Sí lo tiene que ver todo lo que ha sucedido en
Chiapas desde enero de 1994 y, sobre todo, la marcha
hasta el Distrito Federal del
EZLN encabezado por el subcomandante Marcos. Usted
ha seguido muy de cerca todo este proceso político y lo
ha analizado en numerosos artículos, incluso desde el
punto de vista de fenómeno mediático. ¿Qué opinión le
merece la figura de Marcos?
R.: No es una pregunta fácil porque no admite
una respuesta sencilla. Si tuviera que contestar en una
sola línea no vacilaría en decir que la figura de Marcos
me parece contraproducente en términos políticos y muy
cuestionable en el plano personal. Se trata, como puede
ver, de una respuesta políticamente incorrecta.
Sé que el llamado subcomandante despierta respeto y
admiración en algunos circuitos de la sociedad en México
y quizá con mayor apasionamiento en países como España.
Entiendo algunas de las causas de esa reacción. A Marcos
se le ha considerado defensor de los indios que han
estado desprotegidos durante centurias e incluso hay
quienes lo colocan a la vanguardia de los movimientos de
protesta contra los efectos salvajes de la
globalización. Sin embargo, más allá del pasamontañas
con que se cubre y de la enorme parafernalia mediática
que ha definido al movimiento zapatista, hay aspectos
muy discutibles que a veces las adhesiones europeas o
españolas no toman en cuenta al evaluar la figura de ese
personaje.
P.: A ver, entremos en materia.
R.: Marcos encabeza a una guerrilla. Es decir,
a un movimiento armado que se propuso, al menos durante
sus primeros años, la demolición de un orden social para
implantar otro. Aun hoy ese grupo se mantiene en armas.
Es un movimiento revolucionario en la tradición del
izquierdismo más radical. Quizá en otros momentos del
siglo XX, en el mundo, y desde luego en México, las
tesis revolucionarias eran vigentes. Mas creo que, al
menos en el último trecho de esa centuria, dejaron de
serlo, incluso en condiciones de profunda desigualdad e
injusticia sociales como las que padecen los campesinos
indígenas en Chiapas. En el mundo, y México no ha sido
la excepción, las exigencias de la sociedad organizada,
la emergencia de nuevos actores políticos (en el caso de
mi país, la solidificación de partidos competitivos
delante del viejo PRI que monopolizó el poder durante
largo tiempo) y las mismas necesidades de renovación de
los sistemas políticos condujeron a procesos de
transición a la democracia. En esa ruta estábamos
instalados, tratando de impulsar la democratización del
sistema mexicano, cuando en 1994 irrumpió la guerrilla
de Marcos en Chiapas.
P.: Más que irrumpió usted parece que apunta a que
"interrumpió".
R.: Mucha gente se confundió ante ese
acontecimiento y muchos quisieron creer, con generosidad
y buena voluntad, que el subcomandante representaba
legítimamente a los campesinos indígenas de ese estado y
otros sitios del país. Pero no ha sido así. Marcos y sus
compañeros formaron una guerrilla no para lograr mejores
condiciones en las zonas indígenas sino en pos de una
revolución proletaria a la que querían llegar por
métodos violentos. Ahora hay quienes dicen que el
Ejército Zapatista es una guerrilla "buena", o light,
porque no ha disparado tiros y en vez de ello se apoya
en sus capacidades de propaganda. No es así. Los
dirigentes del EZLN han sido tan violentos como han
podido y si a mediados de enero de 1994 suspendieron las
hostilidades militares fue por la respuesta que le dio
el Ejército Mexicano y por la movilización de grandes
sectores de la sociedad mexicana a favor de la paz en
Chiapas.
Pero eso no ha significado que no haya violencia. Aunque
muchos observadores extranjeros, y no pocos
simpatizantes del EZLN dentro de México, han cerrado los
ojos a esa realidad, ese grupo ha tenido víctimas y ha
realizado o cobijado acciones violentas en contra de
quienes, en su zona de influencia, se oponen a
obedecerlo. En la región de Las Cañadas en Chiapas, los
campesinos indígenas, en cuya reivindicación
supuestamente actúa el EZLN, han padecido persecuciones,
discriminaciones, expoliaciones e incluso asesinatos
cometidos bajo la responsabilidad de ese grupo. Existen
documentos, vídeos y denuncias sobre esos abusos, pero
muchos simpatizantes de Marcos se han negado a tomarlos
en cuenta.
Yo he escrito acerca de la situación de esos campesinos
indígenas víctimas del EZLN.
P.: ¿No considera usted que el discurso político
del EZLN se ha ido imponiendo sobre el militar?
R.: De cuando en cuando el "subcomandante"
modera su discurso e insinúa que dejará la vía de las
armas, pero siempre y cuando el resto de las fuerzas
políticas se comporte según sus intereses. Incluso
cuando hace política no armada se desempeña con enorme
maximalismo. Ese comportamiento ha influido en algunos
sectores de la sociedad mexicana, que consideran que la
política no es el camino adecuado para reivindicar los
intereses de los desprotegidos. De acuerdo con ese
discutible razonamiento, la vía que les queda entonces
es la de la violencia. Esa vía se contrapone,
saboteándola, a la transición democrática que muchos
mexicanos hemos querido impulsar en nuestro país.
Lo diré de manera más tajante. Las adhesiones
encandiladas o voluntaristas al EZLN y a Marcos que no
toman en cuenta el carácter violento de ese grupo
equivalen a los apoyos, por fortuna escasos, que en
España tienen el ETA y sus acciones terroristas. Me
parece que no hay congruencia política, ni moral, en
quienes aplauden a Marcos en Chiapas y condenan al ETA
en el País Vasco. ¿La violencia es mala en un sitio y
buena en otro? Desde luego que no. Por eso encuentro
profundamente irresponsable la simpatía que Marcos ha
encontrado en algunas zonas del pensamiento y la
sociedad en países como España y que no se hacen cargo
de la actuación real del EZLN.
P.: Pero hasta la aparición del EZLN, la causa de
los indios mexicanos no formaba parte de la agenda
política de México.
R.: Efectivamente, reconozco esta consecuencia
meritoria a la existencia de ese grupo. No es que antes
de la insurrección del EZLN en enero de 1994 México
desconociera las penurias de ese sector. Pero en algunos
sectores dentro y fuera del país se trataba de un tema
incómodo, que se hacía poco por reconocer y resolver.
Hay quienes llevamos varias décadas peleando y
proponiendo medidas para remediar la situación de los
mexicanos más pobres, entre ellos los indios. Pero para
muchos otros ese era un asunto no prioritario.
P.: Mucho se ha alabado la forma como Marcos ha
operado con los medios de comunicación, en general, y
con Internet, en particular.
R.: Sí, creo que un rasgo destacado en el
movimiento encabezado por Marcos ha sido su manejo de
los medios, inteligente y eficaz. Algunos autores
europeos han considerado la figura del subcomandante
como paradigma del postmodernismo. Me parece que esa es
una clasificación poco rigurosa (como si realmente
estuviéramos ante una difuminación de las ideologías,
que es una de las propuestas del postmodernismo). Pero,
en todo caso, el empleo de los medios para promover una
figura de gran definición publicitaria, aunque sus
verdaderas coordenadas políticas hayan quedado
desvanecidas, es un rasgo notable en ese movimiento.
Cuando el EZLN se levantó en armas, la reacción de los
medios fue de gran confusión. Entonces, con la
colaboración de algunos colegas periodistas, escribí un
libro,
Chiapas, la comunicación enmascarada, que ahora
está disponible en la red y que reseña con numerosos
detalles los errores de los medios de México y el resto
del mundo al informar sobre aquellos días. Sobre el uso
que Marcos hizo de Internet, y que llevó a algunos a
considerar que se trataba de un
guerrillero a salto de mata que sin embargo cargaba con
su computadora portátil, escribí algo en La Nueva
Alfombra Mágica.
P.: Finalmente, ¿que opinión le merece el
movimiento social generado alrededor del proceso de
globalización?
R.: Creo que hay varios movimientos anti-globalización
o, mejor dicho, que cuestionan la manera de
internacionalización que han experimentado nuestras
economías. La globalización es inevitable y oponerse sin
más a ella es tan ocioso como torpe. Pero una cosa es
admitir ese rasgo insoslayable de la realidad actual y
otra considerar que la que hemos conocido es la única
forma de globalización que podemos tener. Algunos de los
movimientos contra ella han sido tan ordinarios que han
acabado por ser una caricatura, aunque a veces trágica,
de la acción política que podría moderar y encauzar a la
globalización sustentada en la inequidad. Otros intentan
explorar opciones racionales y no solamente
contestatarias y fundamentalistas. Entre los
globalifóbicos hay de todo.
La globalización ocurre, en buena medida, a través de
los nuevos medios de comunicación. Por eso no ha sido
sorprendente, aunque sí indicio de los nuevos tiempos,
la manera como algunos de quienes la combaten emplean
con éxito las posibilidades de la Internet y, también,
la cobertura que los medios convencionales otorgan a sus
movilizaciones.
En lo personal, quisiera apartarme tanto del
fundamentalismo que propone que la única vía para el
desarrollo es el imperio del mercado (que deviene en una
globalización regida solo por las corporaciones más
poderosas), como de aquel que sostiene que a las nuevas
tendencias de la economía y la cultura es preciso
enfrentarlas injuriando y saboteando las reuniones de
banqueros e industriales. Agarrar a palos un McDonald's
puede ser catárticamente gratificante e incluso
propagandísticamente exitoso para algún personaje de la
globalifobia. Pero, a final de cuentas, es una acción
irracional y primitiva. Las luchas de las izquierdas han
estado, históricamente, sustentadas en la razón y los
argumentos. Acciones como las que perpetran los
globalifóbicos más radicales constituyen un retroceso en
el esfuerzo por hacer de esta una sociedad menos
injusta. Ante esas actitudes prefiero la reivindicación
de la política, entendida como búsqueda de acuerdos a
partir de las razones, los principios y la negociación.
Es una vía menos glamorosa, pero más eficaz |