El sitio de Raúl Trejo Delarbre

Chiapas

La comunicación
enmascarada

 

 

Raúl Trejo Delarbre

 
 
 
 
   

Presentación

 


Posiblemente nunca, en la historia de la comunicación colectiva en México, un acontecimiento había ocupado, en tan poco tiempo, tanto espacio en los medios como sucedió con la guerra de Chiapas. Quizá nunca, además, los medios habían estado sometidos a tantas tensiones y contradicciones: la sorpresa misma ante el conflicto armado, la inexperiencia para cubrir un asunto bélico, las numerosas versiones y reacciones que se suscitaron sobre los hechos de Chiapas, el misterio mismo que hubo en torno al grupo que le declaraba la guerra al Ejército y gobierno mexicanos.

El levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el primero de enero de 1994, dominó en los medios por su espectacularidad y rapidez: campesinos indígenas en abierta rebelión con demandas de justicia social, pero con métodos que entraban en contradicción con la democracia mexicana, un grupo armado de origen desconocido, una reacción social dividida, una guerra que dura menos de dos semanas y que luego de un periodo de acercamientos llega a la mesa de negociaciones. Todos ellos eran motivos para que la prensa, la radio y la televisión, le dieran espacios amplios que reproducían el conflicto, en su mezcla de inocultable gravedad y contundente singularidad y, antes que nada, la sorpresa que para todos significó la irrupción de la lucha armada en Chiapas.

Se trataba de una guerra extraña, que incluso llegó a ser trivializada por algunos de sus propios protagonistas y por un segmento de los medios de comunicación. Fue, la de Chiapas y al menos hasta que se iniciaron las negociaciones para la paz, una guerra que se libró más en los medios que en la selva. Hubo víctimas, es cierto (más de un centenar de muertos, sin contar centenares de heridos y millares de desplazados) pero de ninguna manera llegó a ser un conflicto de las dimensiones que en los primeros días parecía que iba a alcanzar. Luego del cese al fuego, pero también antes, en gran medida las hostilidades se desarrollaron en el plano de la propaganda, con la adhesión o la condena de distintos sectores de la sociedad, expresada puntual --y a veces magnificadamente-- en los medios de comunicación.

Los medios cumplieron un papel de propagación del problema y en algunos momentos de amplificación distorsionada pero, también, contribuyeron a impedir que se agravara. Gracias a la televisión y la radio el país se enteró, casi al instante, de lo que sucedía en Chiapas. Gracias a la radio y a la prensa, después del pasmo de los primeros momentos, se pudo generalizar una preocupación nacional por la paz. En la convicción de la sociedad mexicana para que el desafío del EZLN fuese resuelto con los recursos de la negociación y no con los de la represión, los medios tuvieron un papel muy importante. A partir de las noticias que llegaban de Chiapas, se comenzaron a aquilatar lo mismo el reto militar que algunas de las motivaciones sociales que se podían reconocer detrás del Ejército Zapatista. Incluso los dirigentes de ese grupo, tuvieron especial cuidado en propagar sus exigencias, y su existencia misma, a través de medios de comunicación mexicanos y también del extranjero.

La información sobre este conflicto puso a prueba el profesionalismo, la independencia, la capacidad técnica e incluso la ética de los medios mexicanos. Muchas de las novedades y también las insuficiencias en la presencia social en los medios y en su relación con el Estado quedaron de manifiesto en la guerra de Chiapas.

Este libro busca destacar, intencionadamente, algunas de las omisiones, los excesos y las distorsiones que la cobertura de la guerra en Chiapas tuvo en los medios de comunicación, fundamentalmente mexicanos pero también con algunos vistazos al extranjero, en las primeras ocho semanas del conflicto. Nos hacemos cargo que frente a los tropiezos y engaños que son estudiados en estas páginas, ha existido un desempeño decoroso, muy esforzado en numerosas ocasiones, de los informadores que fueron a Chiapas a cumplir con su trabajo de manera profesional y sin partidarismos ni protagonismos. Pero junto a ellos, la capacidad de los medios para mostrar o incluso inventar sesgos de la guerra que en realidad no ocurrieron, o que no sucedieron tal y como fueron presentados, merece que la consideremos con atención y con rigor. Precisamente porque en sociedades como la nuestra los medios de comunicación se están convirtiendo en los nuevos espacios, privilegiados e importantísimos, del quehacer político y en buena medida de la educación social, tenemos una creciente necesidad para mirarlos críticamente, sin complacencias. Eso es lo que se intenta hacer en este libro.

Cuando los medios tomaron partido

Los medios de comunicación fueron en muchos momentos actores, y no sólo testigos, de la guerra en Chiapas. En otras ocasiones, además eligieron favorecer a una de las partes en conflicto.

Este no es un libro sobre la crisis de 1994 en Chiapas, sino en torno a sus expresiones y consecuencias en los medios de comunicación. En este sentido, no se encontrará aquí un recuento puntual del desarrollo de los hechos ocurridos a partir del primero de enero, aunque sí hay referencias frecuentes a lo que sucedía en Chiapas, y a la reacción política y social ante el levantamiento militar del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Se trata de tomar a los medios en serio. A la prensa escrita es relativamente sencillo examinarla porque en las páginas impresas queda testimonio de lo que dice, y lo que deja de decir. Pero a las palabras en los medios electrónicos habitualmente se las lleva el viento, aunque también quedan sus efectos, a veces distorsionadores o desinformadores --también constructivos-- en sus amplísimas audiencias. En este libro, procuramos hacer una revisión panorámica de los principales medios de comunicación, de diversa índole, siempre ante la crisis chiapaneca.

Este libro revisa el comportamiento de la información sobre Chiapas a partir del primero de enero y hasta la última semana de febrero de1994. Fue entonces cuando se iniciaron las pláticas para la paz en la catedral de San Cristóbal. El primer capítulo se ocupa de diversas tendencias generales en la información y la actitud de los periodistas. El segundo reseña el manejo de los medios desde el primer día del conflicto y hasta el 12 de enero, que fue cuando se suspendieron las hostilidades militares. El tercero va del 13 de enero al 22 de febrero. Un cuarto capítulo está dedicado, de manera panorámica, a comentar algunos de los rasgos del efecto Marcos, suscitado por la actividad propagandística del dirigente del EZLN y las reacciones, a veces de disgusto, en otras ocasiones de adhesión, pero casi siempre mitificadoras, que encuentra en los medios.

Breve nota metodológica

Nuestra investigación originalmente se organizó en cinco apartados: prensa de la ciudad de México, prensa del interior del país, agencias de noticias y diarios extranjeros, estaciones de televisión de la ciudad de México y de Estados Unidos y radio del Distrito Federal. Por limitaciones técnicas de los medios fuera de la capital del país sólo pudimos ocuparnos de la prensa diaria. En los medios revisados, se puso especial interés en la forma como las noticias eran presentadas y, de manera secundaria, en los comentarios editoriales. El periodo de la investigación, como dijimos antes, incluye los acontecimientos ocurridos del primero de enero al 22 de febrero de 1994 (es decir, en ocasiones citamos a medios posteriores a esa fecha pero que apenas recogían lo que había sucedido el martes 22 de febrero). En algunos casos, nos ocupamos de mensajes transmitidos en la última semana de febrero o incluso a lo largo de marzo y abril, sólo para destacar manejos informativos peculiares.

Prensa nacional. Para los diarios del DF, de una amplísima constelación (pues hay aproximadamente 30, incluyendo vespertinos y especializados) seleccionamos nueve: El Financiero, La Jornada, El Heraldo de México, El Nacional, El Universal, Excélsior, Reforma, unomásuno y Ovaciones. Este último sólo en parte, porque en el transcurso del periodo analizado dejó de publicar su sección de información general para quedar solamente como diario deportivo. Dicha selección se hizo atendiendo a la importancia pública o al perfil político de cada diario. Seguramente hubiéramos encontrado nuevas inflexiones y tratamientos informativos en otros periódicos diarios, pero ello nos hubiera obligado a demorar más en la investigación.

Solamente analizamos prensa diaria. Por las mismas limitaciones quedaron fuera de esta indagación las publicaciones de otra periodicidad (semanarios, revistas mensuales, etcétera), a las que sólo mencionamos en casos muy específicos.

La prensa de los estados no siempre es posible conseguirla puntualmente ni de manera completa, a pesar de lo cual logramos una revisión que puede considerarse amplia de seis diarios importantes: Diario de Chihuahua, en la capital de ese nombre; Diario de Yucatán, de Mérida; El Dictamen, de Veracruz; El Imparcial de Hermosillo, Sonora; El Norte, de Monterrey, Nuevo León y Siglo 21, de Guadalajara, Jalisco. Con menor intensidad, pero también con referencias frecuentes a lo largo del libro tuvimos como fuentes a, entre otros, A.M. de Guanajuato; el Diario de Juárez, en Chihuahua; El Heraldo, de Chihuahua y Ocho Columnas, de Guadalajara.

Prensa internacional. El desempeño de las agencias de prensa internacionales, que era interesante por las versiones que sobre el conflicto mexicano propagaban al extranjero, fue evaluado, en ocasiones muy sucintamente, a partir de los cables que constituyeron sus servicios informativos, en el periodo señalado. Se utilizó información de las siguientes agencias: Agence France Presse, ANSA, Associated Press, DPA, Inter Press Service, Reuters y United Press International. Eventualmente se revisaron despachos de Prensa Latina y Xinhua.

De la abundante información aparecida en diarios del extranjero, se atendió especialmente a los siguientes. De España, El País y ABC, ambos de Madrid y, con menor detalle, La Vanguardia, de Barcelona y El Faro, de Vigo, entre otros. De Francia, Le Figaro, Liberation, Le Monde. De Gran Bretaña, The Guardian y London Times. De Alemania, Der Tagesspiegel y Berliner Morgenpost. De Estados Unidos, los diarios hispanos La Opinión, La Prensa y El Diario de las Américas y, en inglés, Los Angeles Times, The Christian Science Monitor, The Houston Chronicle, The New York Times y The Washington Post.

Por razones de espacio, tuvimos que sacrificar mucha de la variedad que había en la descripción de la prensa internacional. Casi por lo general omitimos los comentarios editoriales y los artículos de opinión, para limitarnos a algunos de sus acercamientos informativos al tema de Chiapas.

Televisión. En el caso de la televisión, seleccionamos el noticiero principal de cada uno de los tres sistemas de TV abierta que hay en la ciudad de México. Así, nos ocupamos de 24 Horas del Canal 2 de Televisa, Hechos del Canal 13 de Televisión Azteca y Enlace, del Canal 11 del Instituto Politécnico Nacional.

Sólo monitoreamos los noticieros, de tal manera que están fuera de esta indagación los programas de reflexión y debate que se ocuparon oportunamente de la crisis en Chiapas, como Nexos, de Televisión Azteca. De manera excepcional, revisamos algunos programas especiales sobre ese asunto que fueron presentados por las estaciones de televisión.

Además seguimos gran parte de las transmisiones, en el periodo señalado, de los noticieros diarios de las cadenas estadounidenses en español Telemundo y Univisión, que pueden ser vistas en México a través de algunos de los sistemas de televisión codificada (Multivisión) o cable (Cablevisión). Sin embargo, esta investigación no se ocupó sistemáticamente de otros espacios televisivos ni de esos sistemas de televisión, como sería el caso de Multivisión. Pero, en el caso de esta última empresa, sí mencionamos algunos de sus programas especiales sobre Chiapas (en vista de que fue la única que logró entrevistas exclusivas con los dirigentes del EZLN).

Lo mismo acudimos a casos específicos en la cobertura chiapaneca por parte de otros sistemas de la televisión estadounidense en español, como el canal de noticias NBC y de la televisión de ese país en inglés, como la inclusión de ese asunto en algunos programas periodísticos de las grandes cadenas.

Radio. Las estaciones radiodifusoras, únicamente de la ciudad de México, fueron revisadas en una selección de sus principales noticieros, sobre todo matutinos pero no exclusivamente en ese horario.

Entre los espacios más consultados, estuvieron Monitor de Radio Red, Para Empezar de Stereorey, La Ciudad de Radio Mil, Informativo Panorama de Radio Acir, Perfiles de la Noticia de El Fonógrafo 790, Formato 21 de Organización Radio Centro, Antena Radio de XEB y Enfoque de Estéreo Cien. Varios de estos noticieros llegan a numerosas ciudades de la República, de tal suerte que su alcance puede ser considerado como nacional.

Un trabajo colectivo. Una indagación tan ambiciosa, que requiere de millares de hojas para leer, ver y escuchar una cantidad de medios como la antes enumerada, no podría ser sino colectiva. Cinco investigadores hicieron la revisión inicial de medios, en las áreas que hemos mencionado.

Ricardo Becerra Laguna, egresado de la Facultad de Economía y ex consultor de la CEPAL y colaborador de varias publicaciones, se ocupó de los diarios del interior del país. Ariel González Jiménez, egresado de la Facultad de Economía, fue director de investigación en el Instituto Mexicano de la Radio y tuvo a su cargo la revisión de los espacios radiofónicos para este trabajo.

Marco Levario Turcott, coeditor del semanario etcétera y egresado de la ENEP Acatlán de la UNAM, se encargó de leer y sistematizar la prensa de la ciudad de México.

José de Jesús Murillo, egresado de Filosofía y Letras y coeditor de etcétera, se ocupó de los noticieros y otros programas de televisión.

Ernesto Priani Saisó, profesor en la Facultad de Filosofía y Letras y editor de la página editorial de El Economista, tuvo a su cargo los materiales de agencias de prensa y diarios internacionales.

Se trata, como es evidente, de profesionales con trayectorias variadas pero, de una u otra manera, relacionados con los medios de comunicación. Todos ellos son jóvenes lectores, televidentes y radioescuchas cuya vocación crítica respecto de la política fue el mejor enfoque para la cuidadosa y fatigante revisión que hicieron de los medios señalados. Cada uno de ellos presentó un informe inicial. Cada informe podría haber constituido un libro por separado, de tal manera que fue necesario sintetizar mucho y dejar fuera numerosos casos sobre el manejo informativo de los medios en torno a Chiapas. El autor de este libro quiere dejar testimonio de su agradecimiento por el interés, primero, y el entusiasmo y la dedicación, después, que esos colegas invirtieron para que el presente informe de investigación fuera posible.

La revisión ulterior del material documental, su cotejo y ordenamiento, así como la redacción del libro, igual que antes la coordinación de esta investigación, estuvieron a cargo de Raúl Trejo Delarbre quien, no está por demás decirlo, es el único responsable por las afirmaciones, a veces quizá no sometidas suficientemente a la precaución del matiz y por eso más polémicas, que se hacen a lo largo de estas páginas.

La coordinación editorial fue realizada con singular dedicación por Ana L. Galván, con la ayuda de Julio Chávez Sánchez y Jaimeduardo García. Si es que hay erratas ellos son responsables, no de su autoría, sino por no detectarlas.

El material consultado para este libro fue obtenido en fuentes diversas, especialmente un seguimiento directo de medios que fue complementado y cotejado en síntesis y transcripciones que realizan diversas instituciones. En todos los casos, hemos conservado las copias de textos, audio y video, para cualquier ulterior estudio o aclaración. Agradecemos muy sinceramente las facilidades que numerosos amigos otorgaron para que este trabajo fuera posible.

Cabe insistir en que en todo momento, desde su planeación y ejecución hasta la presentación final, la investigación que desemboca en este libro ha sido responsabilidad del autor que lo suscribe. Este libro, además, se inscribe dentro de las tareas que el autor realiza en el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.

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Este es un libro que, gracias a la rapidez con que se terminó y aparece, tiene el mérito de la oportunidad. Pero junto con él, padece desde luego las desventajas del examen coyuntural y, más aún, respecto de un asunto que no ha concluido mientras escribimos acerca de él. Puestos en dilema de aguardar a que el conflicto de Chiapas terminara o arriesgarnos a escribir de él enmedio de los acontecimientos, preferimos la opción del análisis en caliente, sin la distancia que dan los meses y los años pero con la intensidad inquisitiva, y también polémica, que esperamos haber podido recuperar en estas páginas. Es un libro de reflexión, pero sobre todo de discusión. Con ese ánimo se ha escrito.

La comunicación, en la crisis de Chiapas, estuvo enmascarada por improvisaciones, voluntarismos, protagonismos y subjetividades que implicaron que los rumores a veces fueran presentados como noticia y que las opiniones sustituyeran a las informaciones. De eso se ocupa este libro. Está escrito con la mejor intención, que no se riñe con el ánimo crítico, de contribuir a la reforma de los medios de comunicación en México. Se trata de lograr que, en el espejo de la autocrítica, nuestros medios puedan prescindir de cualquier pasamontañas

 

R. T. D.

Coyoacán, mayo de 1994